La muerte de uno de los trabajadores que permanecía ingresado en el
Hospital General Yagüe en estado crítico, que eleva a ocho los
fallecidos en el accidente laboral ocurrido el jueves en Burgos,
sumó ayer más pesar en una jornada marcada por el dolor y los actos
de recuerdo hacia las víctimas y sus familiares.
Cinco de los empleados de la empresa burgalesa Arranz Acinas que
murieron como consecuencia de la explosión recibieron ayer
sepultura en Astudillo (Palencia), Campolara (Burgos) y la capital
burgalesa, donde mañana serán enterrados otros dos de los
fallecidos, mientras que aún se desconoce dónde y cuándo serán
inhumados los restos de Manuel Rey, de 32 años y natural de
Moncalvillo (Burgos).
En cuanto al resto de ingresados en el General Yagüe, la
situación de uno de ellos sigue siendo crítica, ya que acarrea
similares dolencias al trabajador fallecido ayer, y los otros tres
siguen en estado «muy grave».
Unas 2.000 personas asistieron en la parroquia de la localidad
palentina de Astudillo al funeral oficiado por el obispo de
Palencia, Rafael Palmero, y posterior entierro de los tres
trabajadores vecinos de esta población, desde la que se desplazaban
cada día a la capital burgalesa para desempeñar su labor
profesional.
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