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Jugarse la vida por dinero. Eso es lo que hicieron el pasado martes dos ciudadanos checos que llegaron al aeropuerto de Son Sant Joan con 200 huevos de hachís ocultos en sus intestinos. Si alguna de las bolas hubiese reventado Alexander T. y Alexander C. no lo habrían contado.

Los dos extranjeros llegaron a Son Sant Joan el martes por la tarde, acompañados de un tercer implicado llamado José C.L. Habían tomado un vuelo procedente de Granada y la presencia del español disparó las alarmas. Cuenta con antecedentes por tráfico de drogas y los agentes de la Odaifi, recelosos, separaron a los tres pasajeros del resto de viajeros y los sometieron a un chequeo exhaustivo. Entre sus ropas o en sus maletas no aparecieron sustancias sospechosas, pero antes de quedar en libertad se les efectuó una última prueba radiológica, que fue la que dio resultados positivos. Así pues, se detectaron numerosos 'dátiles' en el organismo de los dos checos, mientras que el español no portaba nada anormal. Los dos 'correos' fueron trasladados inmediatamente hasta el hospital de Son Dureta, porque sus vidas corrían peligro, y quedaron ingresados. Los médicos que los examinaron les suministraron laxantes y durante tres días los dos ciudadanos del Este han estado expulsando huevos, no sin dificultades y padecimientos. Al final, han evacuado unos 200 envoltorios que contenían en su interior una elevada cantidad de hachís. Los investigadores creen que José C.L. era el «cerebro» de la operación, y el presunto narcotraficante ya ha sido puesto a disposición judicial. Los dos extranjeros también debían declarar ayer en el juzgado de guardia, porque se había acabado el plazo para su detención policial, pero no fue posible debido a que continuaban expulsando cápsulas.

Las fuentes consultadas indicaron que un simple golpe o un movimiento brusco podría haber sido fatal para Alexander T. y Alexander C., ya que alguno de los 'dátiles' les habría explotado en el interior del organismo, con las consabidas consecuencias. Las bolas las ingirieron vía oral y también se las introdujeron por el recto, hasta convertirse en dos alijos humanos.