«Me veía muerto. No pensamos que nos fuésemos a salvar». Son
palabras de Mateu Terrades, uno de los 25 mallorquines que viajaban
en el «Grand Voyager», el crucero que el pasado lunes se averió a
unas 60 millas al este de Menorca. Mateu viajaba en compañía de su
esposa Consuelo en el sexto crucero que realizaban juntos. «En los
pasillos había gente tirada y herida. Estábamos todos desechos»,
explicó Mateu, que recuerda el momento en que se pararon los
motores y el barco quedó a la deriva.
Su mujer señaló que el crucero no debería haber zarpado de Túnez
la noche anterior, ya que el domingo ya soplaban vientos de fuerza
9 y aumentando. Al día siguiente, ya había olas de 14 metros. A
partir de entonces la pareja relató que los sistemas de megafonía
se averiaron y que fue la tripulación la que se encargó de avisar a
todos los pasajeros para que se pusieran los chalecos salvavidas y
se fueran reuniendo en distintos lugares del barco. «Oíamos el
ruido de tazas y cristales rompiéndose, muebles balanceándose de un
lado a otro, mientras algunas personas se ataban con sábanas donde
podían», indicó Mateu.
La pareja recalcó la labor de la tripulación y los pasajeros
«que fue de diez» aunque no así de los mandos del barco, a los que
criticó con dureza por no ofrecer ninguna información durante las
angustiosas horas que vivieron. «El único que dio la cara fue el
capitán al día siguiente y se puso a llorar», recuerda Mateu.
Roberto Preciados y Cristina Gómez llevan seis meses casados y
realizaban su segundo viaje juntos. A ellos les avisaron para subir
a un salón en el que había congregadas unas 200 personas, entre un
«caos impresionante» de sillas, mesas y todo tipo de objetos
destrozados. «Hay imágenes que no se te olvidan nunca», indicó
Roberto, quien señaló que pasaron diez horas en «pésimas
condiciones». Este recuerdo coincide con el que guardan Joana y
Joan Antoni, una pareja de recién casados de Pollença que estaban
realizando su viaje de novios. Ambos fueron concentrados en el gran
salón. Joana, que es una de las cinco embarazadas que viajaban en
el crucero, se sometió a una revisión médica nada más llegar a
Cerdeña para comprobar el estado del feto.
Los pasajeros del «Grand Voyager» llegaron ayer a Palma sobre
las 21.00 horas, después de un largo día de viaje desde la ciudad
de Cagliari iniciado por la mañana. Sus familiares aguardaban
nerviosos en la terminal de llegadas de Sont Sant Joan. Una de
ellas es Natalia, quien esperaba a sus padres y su hermana en el
segundo de los vuelos de Spanair procedentes de Barcelona. Natalia
contó que se enteró de la situación del barco gracias a un mensaje
de teléfono móvil.
Además de los pasajeros mallorquines, en el «Grand Voyager
viajaban» ocho «eivissencas», dos de las cuales quedaron ingresadas
en Cagliari con heridas leves, otras dos se quedaron a cuidarlas y
cuatro más han regresado a Eivissa. También viajaba un matrimonio
menorquín, que se quedó en Cagliari debido a que la mujer sufrió
algunas heridas.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.