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CARLES DOMÈNEC
Los mallorquines que estaban de crucero en el «Grand Voyager» llegaron a Barcelona ayer a media tarde y fueron recolocados en vuelos hacia Palma. En el aeropuerto barcelonés ya se vivieron escenas de todo tipo y los pasajeros contaron la osidea por la que han pasado. El mallorquín Angel Priego, que estaba de vacaciones con su mujer, ha realizado varios cruceros, pero nunca había tenido ninguna experiencia similar. «Hemos pasado mucha angustia, me acordé de la tragedia deTitanic, sobre todo durante medio minuto, cuando el barco estuvo totalmente escorado a babor».

Angel se ha roto dos dedos de una mano pero, en cierto modo, le resta importancia «porque estamos vivos». María Luz Miguel Montero y Federico Giacone residen en Palma y al desembarcar en Barcelona se mostraron muy molestos «con la tripulación de alto rango». «Los camareros, cocineros y el resto de trabajadores nos han atendido muy bien, pero la tripulación de alto rango nos ocultó información, no nos explicó con claridad lo que pasaba, se han portado muy mal». «Una turista se enteró de que había temporal y llamó al capitán y éste le colgó el teléfono», aseguran. María Luz y Federico todavía tenían grabada en la mente la imagen de «las sillas y las mesas volando y todo por los aires».

Javier Fernández de Lozar viajaba en el barco con su mujer e hija. «Tengo grabado como un piano cae de la sexta planta a la quinta, es increíble, también a una mujer con un niño de dos meses rezando, se vivieron momentos de mucho miedo», recuerda este mallorquín.

Tres vecinos de Manacor que también estaban de travesía manifestaron en Barcelona que «ni locos volveremos a ir en crucero, creíamos que íbamos a morir». Los tres vecinos de Manacor se quedan unos días en Barcelona. Uno de ellos dijo que «sentí tanto mieddo que me encerré en el camarote, cosa que estaba totalmente prohibido, y me bebí media botella de whisky».