Sonriente y visiblemente emocionada, la madre, Junitha, se
acercó al estrado de la sala del tribunal y cogió en brazos a
Abhilasha, su hijo nacido el pasado 19 de octubre, vestido ayer de
rosa y con un gorrito azul, de manos de un médico del hospital en
el que había estado acogido durante todo este tiempo. Fuera de la
sala, el edificio se encontraba atestado de amigos de los
Jayarajah, miembros de grupos voluntarios y periodistas, que han
seguido de cerca el caso y las vicisitudes que ha vivido la pareja
en estas semanas.
Tras la recepción formal del niño, un coche de UNICEF trasladó a
la pareja, que perdió su vivienda en la catástrofe, a la casa de
unos amigos donde se alojan, aunque Murugupillai declaró que pronto
tendrán un nuevo hogar, pues varios vecinos se han ofrecido a
ayudarle a construirla.
En el camino, el coche paró junto a un templo hindú, en el que
el padre rompió un coco en señal de agradecimiento a los dioses por
haberles devuelto a su hijo. El conocido como el «Bebé 81», debido
al número con que ingresó en el hospital al que fue llevado tras
ser encontrado, milagrosamente ileso, por un vecino sobre un montón
de escombros, cuando las olas gigantes se retiraban.
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