Ése es uno de los principales problemas ante el que nos encontramos
cuando investigamos a estas mafias», reconoció ayer un mando
policial. Sus jefes las dejan cerca de los supermercados de Es
Fortí, Camp Rodó, Avenidas, Son Dameto, Son Dureta, Es Rafal y
otras zonas, pero nunca en la puerta. «Son muy discretos y obligan
a las chicas a apearse a unos 200 metros del local, para no llamar
la atención», añadió otra fuente consultada. Las mafias que
controlan a estas mujeres se encargan de todos los detalles. Deben
tener un aspecto desaliñado, ropas muy holgadas y en apariencia
sucia, e incluso les escriben el texto que aparece en el cartel que
enseñan en la calle. «Es muy curioso, pero hay muchos carteles
escritos por la misma persona y que se intercambian las falsas
mendigas entre ellas», explicaron ayer en la Guardia Civil.
Su 'jornada laboral' puede durar 8, 10 ó a veces 12 horas. Se
sientan sobre un cartón (su única protección contra el duro
invierno) y extienden una de sus manos, susurrando durante horas
frases ininteligibles. Las ubicaciones más codiciadas son las
puertas de los supermercados y también determinadas farmacias,
sobre todo las de mayor afluencia. En un día
-según cálculos policiales- cada gitana rumana puede ganar unos
100 euros. Así pues, si hay 150 pedigüeñas controladas por los
Cuerpos policiales, sus beneficios totales al mes ascienden a unos
450.000 euros (unos 75 millones de las antiguas pesetas). Una
mínima parte se invierte en pagar los alquileres de los pisos y el
resto, una cantidad millonaria, es enviado por giro bancario a
Rumanía, a las cuentas de los grandes 'capos'. Esos mismos que
consiguieron introducir ilegalmente en España a las chicas con
promesas de un trabajo digno.
Este fenómeno, que va en aumento y que tiene preocupadas a las
Fuerzas de seguridad, no se practica sólo en Palma. También ha sido
detectado en Inca, Manacor, Bendinat, Can Picafort o Alcúdia. «No
se trata de algo nuevo, pero en los últimos meses se ha disparado.
En muchísimos supermercado de Palma hay, en la puerta, una falsa
mendiga. El problema es que las mafias han desplazado a pobres
auténticos», contó un policía, que agregó que actuar contra estas
redes «es muy complicado».
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