Para el neófito supongo que lo más habitual es acercarse a la
primera que encuentra. Paras el coche, en la entrada de la casa te
dicen aquello de «¿qué quiere?», si no te conocen, claro, y ya está
montado el negocio de la compraventa. Yo, por si acaso, me limité a
mirar desde dentro del coche. Recorrimos todo el poblado un par de
veces y perdimos la cuenta de los coches que circulaban por ahí. Me
sonreí pensando que con tanto tráfico sería conveniente instalar
dentro del poblado la zona de ORA, pero la verdad es que fue una
sonrisa fugaz porque, lo confieso, tampoco me apetecía mucho la
situación aunque, ¡qué demonios!, era divertida y la adrenalina se
estaba moviendo.
A los pocos minutos vimos entrar un coche de la Policía Local y,
de manera casi instantánea, se escuchó una voz masculina que, la
verdad, me sorprendió porque no había visto a ningún tipo a pie en
la entrada, cerca de donde están las casas. La voz gritó «¡agua!» y
ya está. Ningún movimiento, nada raro pero, al mismo tiempo,
intuyes que algo ha pasado. Los que están dentro de las casas se
han enterado porque el «agua» ha corrido como un reguero de
pólvora, y ya es público, notorio y oficial que ha llegado la
policía. A partir de ahí se para en seco la venta, se da caña al
volumen de los televisores y los vendedores ahora son espectadores
de no sé qué programa. Es curioso, pero sus rostros cambian de
expresión y nadie diría que se dedican a eso de vender drogas.
Pasan unos diez minutos y el aguador avisa de nuevo de que los
policías ya no están. Vuelta a empezar, coches por aquí, coches por
allá, paradas, compraventa y adiós muy buenas. Yo calculo que entre
las noches del viernes al sábado y del sábado al domingo pasarán
unas mil personas, tirando por lo bajo, por el poblado. Los que
venden, claro, no son los jefes de casi nada. Trabajan a las
órdenes de dos clanes, el que manejan 'La Paca', 'El Moreno' y
demás familiares, y los afines a 'El Gordo' y compañía. Uno que ha
estado más de dos veces en el poblado me cuenta que las noches
entre semana las ventas son más flojas, y por lo tanto hay menos
luces encendidas.
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