Emocionado y orgulloso, Cristòfol Santandreu recibió ayer el fajín
de general de brigada de manos de Carlos Gómez Arruche, director
general de la Guardia Civil.
El hasta hace poco jefe de la Benemérita de Balears reunió a
destacadas autoridades en un acto que se celebró entre grandes
medidas de seguridad en la Comandancia de la calle Manuel Azaña, la
que ha sido su casa en los últimos años. El delegado del Gobierno,
Ramón Socías; la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer; y el
presidente de la Audiencia, Antonio Terrassa, entre otras
autoridades, acudieron al salón de actos del acuartelamiento
palmesano para testimoniar su apoyo al mallorquín. Desde el Govern,
sin embargo, no acudió ni Matas ni ningún alto cargo. Santandreu,
nacido en Artà hace 57 años, también se vio arropado por Antonia,
su mujer, y sus dos hijos.
Cuando el director general de la Benemérita le ciñó el fajín el
público ovacionó a Santandreu con prolongados aplausos. A
continuación le impusieron el bastón de mando y el sable de jefe de
unidad de combate. En su discurso, el general agradeció la lealtad
de sus más estrechos colaboradores en su etapa en la Comandancia,
entre los que citó a los comandantes Barceló y Tovar, y mostró su
esperanza de que «pronto llegue un coronel nuevo» a la Isla. El
mallorquín hizo un breve repaso a sus 39 años de servicio y destacó
dos fechas: 1984 y 1992.
En la primera fue nombrado jefe de orden público en la Vuelta
Ciclista a España. En la segunda, responsable de seguridad en la
subsede olímpica de Banyoles. También recordó a su maestro y
mentor, el general Blanes, y reconoció que cuando en el año 2000
regresó a Mallorca para hacerse cargo de la Comandancia «vine a
acabar mi carrera aquí». Al final no ha sido así y ayer se
convirtió en el segundo mallorquín que es ascendido a general.
Santandreu se refirió en varias ocasiones a su esposa, y el papel
crucial que ha jugado en todos estos años.
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