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Los dos médicos militares que elaboraron el informe psiquiátrico del teniente coronel Antonio Peñafiel seis meses después del tiroteo en la Comandancia de Albacete concluyen que el procesado era consciente tanto de «lo que hizo» en estas dependencias como de las «consecuencias» de sus actos.

La segunda jornada del juicio contra Peñafiel que se celebra en el Tribunal Militar Central reunió ayer a los dos psiquiatras, un psicólogo, dos forenses y una cirujano, todos ellos a solicitud del fiscal y la acusación particular, y a dos expertos en balística de la Dirección General de la Guardia Civil, a petición de la acusación y de la defensa.

Según estos últimos, los cuatro casquillos y cinco proyectiles encontrados en la Comandancia de Albacete procedían de la misma arma, ya que «el casquillo recibe señales del arma y los proyectiles reciben estrías y campos del interior del arma».

Los psiquiatras del Hospital Central de la Defensa explicaron que, como plasmaron en su informe elaborado tras dos entrevistas con el teniente coronel los días 15 y 30 de enero de 2004 durante seis horas, el ex jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Albacete sufría un «transtorno de personalidad de tipo mixto».

Añadieron que su personalidad era «compleja» y presentaba «síntomas de estirpe paranoide, obsesiva y narcisista» pero que «no le impedía distinguir entre el bien y el mal» ni alteraba su capacidad de autogobierno. Se referían así a los hechos por los que se juzga a Peñafiel y que se remontan al 17 de junio de 2003, cuando en la comandancia de la Benemérita de Albacete Peñafiel mató a tiros al segundo jefe, el mallorquín Isidoro Turrión, y al médico del acuartelamiento, Francisco Naharro, e hirió de gravedad al que entonces era el jefe de la Comandancia, Antonio Lázaro Gabaldón, y luego se disparó en la cabeza. Peñafiel estuvo destinado en Palma como comandante.