Pere Garau es, desde hace un mes, la barriada de la amargura. Al
menos para decenas de vecinos que no pueden conciliar el sueño los
fines de semana debido al jaleo que organizan grupos de
sudamericanos que se reúnen en bares ilegales. «Rompen coches,
vomitan en la calle, orinan en los portales y cuando les llamamos
la atención nos plantan cara, porque van borrachos perdidos. Hay
mucha crispación y estamos recogiendo firmas para que el
ayuntamiento haga algo, antes de que la situación se nos vaya de
las manos por completo», contó ayer Cati, una de las vecinas
indignadas.
Las calles más conflictivas son Marian Aguiló y Maria Canals,
donde se han ubicado recientemente locales que abren los fines de
semana «y que no tienen ni siquiera baños». Toni, otro de los
afectados, explicó que «se concentran en estos establecimientos y
en la calle unos 50 ecuatorianos y bolivianos, y empiezan a beber
hasta altas horas de la madrugada. Montan tal escándalo que ya hay
un vecino que quiere poner en venta el piso». El domingo, el Cuerpo
Nacional de Policía y la Policía Local envió a seis coches patrulla
hasta aquella barriada, porque un grupo de inmigrantes estaba
increpando a unos vecinos que se quejaban de sus «excesos».
«Queremos que desde Cort actúen, porque por aquí los ánimos
están muy exaltados y no sabemos qué puede pasar», opinó Jordi,
otro vecino consultado por Ultima Hora. «En Pere Garau vivimos
mallorquines de toda la vida, que no queremos problemas con nadie.
Nos da igual si nuestros vecinos son inmigrantes o no, lo que
queremos es vivir en paz. No tiene nada que ver con el racismo o la
xenofobia. Es más, creo que estos grupos hacen lo que hacen porque
la policía no puede actuar contra ellos con contundencia porque si
no les llamarían racistas», apuntó otro residente, que quiso
mantenerse en el anonimato «porque ya me han amenazado una
vez».
Hace unos días una joven que regresaba a su casa se encontró en
el rellano a un ecuatoriano beodo y orinando en la puerta. Empezó a
gritar y los vecinos salieron alarmados. Otra inquilina, rumana,
descubrió los cristales de su coche fracturados. Su pecado: había
aparcado enfrente de uno de los bares polémicos.
Esta situación ha generado una crispación creciente en Pere
Garau y Es Hostalets, y se están recogiendo firmas para que los
inmigrantes que no aceptan las normas de convivencia «sean
sancionados o expulsados del barrio». El consumo abusivo del
alcohol está detrás de muchos de los incidentes que se suceden
desde mayo: «Algunos de los ecuatorianos y bolivianos que salen del
bar van tan bebidos que no pueden llegar ni a su casa. Se caen por
el suelo, vomitan en plena calle y encima se nos encaran cuando les
decimos que esto no puede seguir así».
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