El teniente de información de la Comandancia de Albacete en junio
de 2003 aseguró ayer que el segundo jefe de estas dependencias,
Isidoro Turrión, tenía «miedo» del teniente coronel Antonio
Peñafiel y que «temía por su vida hasta el riesgo de que le pudiera
matar», como finalmente ocurrió.
El teniente de información compareció ayer como testigo en el
Tribunal Militar Central para dar su versión sobre lo ocurrido el
17 de junio de 2003, cuando Peñafiel mató a tiros a Turrión y al
médico del acuartelamiento, Francisco Naharro, e hirió de gravedad
al jefe de la Comandancia, Antonio Lázaro Gabaldón, para
posteriormente dispararse en la cabeza.
Según sus declaraciones, meses antes de este día, Turrión le
comentó que se sentía «nervioso» y temía a Peñafiel porque «no
tenía una conducta normal y tenía doble personalidad», hasta el
extremo de que «Turrión llevaba el arma al cinto a raíz de los
primeros problemas».
Agregó que «en varias ocasiones» le dijo que «esto no va a
acabar bien, temo que este hombre (Peñafiel) me haga algo» y por
ello, reiteró, como medida de seguridad «llevaba una pistola para
defenderse de él en los pasillos».
Los «incidentes» entre Peñafiel y otros guardias fueron puestas
de manifiesto por el teniente en unas notas informativas cursadas
en febrero de 2003 a la dirección general de la Guardia Civil que,
dijo, motivaron «recriminaciones constantes» del teniente
coronel.
Entre otras anomalías, dijo que Peñafiel ordenó a un guardia
vigilar su casa y otro le hacía la comida, supuestos que no fueron
conocidos por los superiores hasta que Turrión se los comunicó al
entonces jefe de zona de la Guardia Civil en Castilla-La Mancha,
Juan Carlos Rodríguez Búrdalo.
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