Coloma Ramis Coll, de 28 años, pilotaba el vehículo de la
muerte. Junto a ella iba Iván Méndez Carrasco, de 32, y en la parte
trasera del Renault Clío se habían acomodado Patricia Fullana
Picornell, de 25, y David Suñer Jiménez, de 31. A las cuatro y
cuarto de la madrugada el turismo enfiló la recta de la calle
Manuela de los Herreros i Sorà a gran velocidad y cuando se
encontraba frente al Hotel Java, en dirección a Palma, perdió el
control y se fue hacia la izquierda. La conductora dio un volantazo
para enderezar el rumbo y el Clío, entonces, se subió a la acera
del margen derecho.
Se llevó por delante un árbol, de un plumazo, y siguió su
trayectoria mortal, directo hacia una farola. El segundo impacto
fue, si cabe, más demoledor. Casi arranca el palo del alumbrado,
que se desplomó sobre el capot. Lo que había sido un coche casi
nuevo quedó, de repente, retorcido, irreconocible. Dos de los
fallecidos salieron despedidos y quedaron sobre la calzada,
inertes, mientras el cadáver de la conductora quedó atrapado. La
Policía Local de Palma puso en marcha un dispositivo de máxima
urgencia, en el que participaron dotaciones de la Unidad Nocturna,
ambulancias del 061 e Insulares, así como bomberos de la Platja de
Palma.
Cuando llegaron dos de los jóvenes ya habían fallecido y las
tareas de reanimación de Coloma Ramis fueron igualmente inútiles.
Iván Méndez fue el único que puede contarlo. El cinturón de
seguridad le salvó la vida y fue ingresado en la clínica Juaneda
con un latigazo cervical y contusiones en otras partes del cuerpo.
Un milagro, teniendo en cuenta la suerte que corrieron sus
compañeros y el estado en que quedó el coche. Can Pastilla vivió
ayer una noche de pesadilla. Una de las peores de los últimos
años.
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