La principal incógnita que todavía no se ha despejado es saber
si Abdeslam Ben-Butaher, el fallecido, perdió la vida por un golpe
o si fue empujado por su hijo y se estrelló contra un jarrón, con
consecuencias fatales. Se trata, pues, de concretar si fue un
homicidio o un homicidio imprudente (o involuntario). El juez
todavía no ha podido tomar declaración al sospechoso, que sigue
ingresado en el Àrea de Psiquiatría del hospital de Son Dureta. Los
médicos psiquiatras están evaluando cúal es el estado real del
esquizofrénico, que últimamente no se medicaba y sufría
alucinaciones.
El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía también
sigue con las pesquisas y el informe, una vez concluido, será
entregado en el juzgado de instrucción número 6, que se encontraba
en funciones de guardia cuando ocurrió el homicidio. La víctima
mortal tenía 75 años y vivía junto a su hijo y a su mujer, Manuela
Vera, en el número 42 de la calle Berlín, al final de s'Arenal de
Palma, muy cerca ya del término de Llucmajor. En la medianoche del
lunes al martes Farid Antonio tuvo un brote esquizofrénico y su
estado alarmó a sus vecinos y a su familia. Pidieron ayuda a un
hermano de éste y también acudieron a la casa una ambulancia y la
Unitat Nocturna de la Policía Local.
El enfermo mental consiguió encerrarse en la planta baja con su
padre, y en pleno ataque de ansiedad intentó escapar por el patio
trasero, en dirección a la calle Dido. No lo consiguió porque el
vecino no le abrió y cuando regresó a su casa parece ser que
agredió a su padre, que era de complexión muy débil. El hombre fue
localizado en el pasillo, junto al comedor, agonizando y
ensangrentado. Junto a él había un jarrón roto. Luego murió. Su
hijo estaba tumbado en la cama de su habitación, también manchado
de sangre, y fue esposado y trasladado a Son Dureta, como supuesto
homicida.
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