Desde hoy hasta el mes de septiembre Mallorca será un fortín, una
isla acorazada. Un dispositivo de más de 750 efectivos policiales
-440 del Cuerpo Nacional de Policía y 312 de la Guardia Civil-
aterrizan en Palma en el marco de la «operación Verano». La mayoría
del contingente se destina a la seguridad ciudadana, y más de un
centenar de agentes a la seguridad de personalidades y de la
familia real.
El delegado del Gobierno, Ramon Socías, explicó que este año el
operativo estival tiene algunas diferencias con los anteriores y es
más «integral». Se extremará la seguridad en las playas, se
castigará la venta de estupefacientes, el aeropuerto y el puerto
estarán más controlados y también se protección civil y los equipos
sanitarios estarán muy pendientes de posibles olas de calor. En
comparación con 2004, habrá un 15 por ciento más de policías
nacionales, mientras que el número de guardias civiles no ha
experimentado incremento alguno. Uno de los detalles que desveló
Socías es que una parte del contingente policial se apostará, de
uniforme, en la entrada de determinadas discotecas. El objetivo es
disuadir a los pequeños traficantes.
Pero el operativo no se limitará a las puertas de los locales,
también en el interior habrá agentes de paisano. Socías también
pidió que se controle el consumo eléctrico, para evitar apagones, y
contó que en el aeropuerto se están diseñando planes para que el
tráfico aéreo sea fluido en los días punta. Sobre la presencia de
carteristas, claveleras y trileros, que ocasionan serios trastornos
a los turistas, el delegado del Gobierno abogó por que «se vea a la
policías en las calles, y también que agentes de paisano vigilen a
estos delincuentes». Por último, Socías pidió precaución a los
conductor y anunció que se realizarán en las carreteras «miles de
controles de alcoholemia y de velocidad».
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