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Los forenses hablaron ayer de «lapidación» y «apedreamiento brutal» para describir la muerte de Isabel Ferrer, la mujer que fue asesinada en Puntiró en enero de 2004. En el segundo día de juicio contra Hamid Guezzar, único acusado por estos hechos, los forenses indicaron que la víctima caminó entre 150 y 200 metros antes de caer abatida por las pedradas. En su recorrido, la mujer caminó desde lo alto de una pequeña colina mientras recibía los impactos, casi todos en su costado izquierdo. La mujer cayó una vez y luego continuó caminando, hasta que nuevamente, ya empapada en sangre, se recostó sobre su lado izquierdo. Los forenses se inclinaron por pensar que hubo un único agresor, ya que todas las pedradas, entre 30 y 50, se realizaron en el mismo sentido y hacia el mismo punto, y también debido a la estrechez del camino por el que Ferrer iba bajando. De este modo pierde fuerza la declaración de Guezzar, quien acusó a dos «mafiosos» como responsables del crimen.

Tras caer al suelo, el asesino le asestó otros 13 golpes en la cabeza, causándole heridas «mortales de necesidad». En el lugar se encontraron asimismo numerosas piedras manchadas de sangre.

Por otra parte, los forenses que examinaron a Hamid Guezzar destacaron que se trata de una persona normal y totalmente consciente de sus actos, aunque apuntaron que presenta algunos rasgos de impulsividad que pueden ocasionar conflictos «si no consigue satisfacer inmediatamente sus necesidades». Los forenses lo encuadraron como psicópata, aunque destacaron que no es un enfermo mental y que «puede saber perfectamente lo que está bien y lo que está mal».