Una roca de unas veinte toneladas de peso se desplomó ayer sobre la
carretera de Formentor y dejó atrapados a unos 300 turistas, que
tuvieron que esperar bajo la lluvia a que los equipos de emergencia
partieran la gran piedra.
Las precipitaciones que cayeron durante todo el día en la zona
norte de la Isla afectaron especialmente a Formentor, que ya por la
mañana registró desprendimientos. Por la tarde, sin embargo, la
situación se complicó y un gran derrumbe hizo saltar todas las
alarmas. «Si en ese momento llega a circular por aquel tramo algún
autocar o coche estaríamos hablando de heridos muy graves o incluso
muertos», opinó un bombero. La gran roca obstruyó por completo la
calzada, a la altura del kilómetro 13, y los cerca de 300 turistas
que se encontraban en el faro y alrededores se quedaron
atrapados.
La Policía Local de Pollença y la Guardia Civil pusieron en
marcha un gran dispositivo de auxilio, apoyados por Protección
Civil y una grúa, que comenzó a trocear la roca. Se pensó en
habilitar autocares para que los turistas pudieran regresar a sus
hoteles, ya que muchos debían tomar el avión por la noche, pero al
final no fue necesario porque la maquinaria consiguió despejar la
carretera. El peligro radicaba en que había posibilidad de nuevos
derrumbes en aquel tramo. Sin embargo, no se produjeron más caídas
de rocas y los veraneantes afectados pudieron transitar por la vía,
con precaución. El año pasado ya se registró en ese punto otro
desplome de rocas y se instaló un red de seguridad.
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