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A hachazos. De esta forma unos operarios consiguieron introducir un ataúd en un nicho estrecho del cementerio de Palma, en un entierro celebrado el pasado sábado. La familia del difunto ha presentado una denuncia y califica lo ocurrido de «salvajada».

Eduardo Martínez Reche, el fallecido, tenía 81 años y el jueves un derrame cerebral acabó con su vida, en el hospital de Son Dureta. Eduardo y José Carlos, dos de sus siete hijos, contactaron con la compañía aseguradora para los trámites del entierro. «Lo más triste es que hace diez años, cuando murió mi madre, ya ocurrió algo parecido. Tampoco cabía el ataúd y fue todo muy desagradable. Esta vez, les recordamos aquel episodio y nos dijeron que todo iría bien», contó ayer Eduardo. El entierro se ofició el sábado, a las diez menos cuarto de la mañana. Tras el responso cuatro operarios, supervisados por un encargado, intentaron meter la caja en el nicho, sin conseguirlo. «Nos dijeron que había dos posibilidades: o quitar el crucifijo o los tacos que hacían de patas del ataúd.

Lógicamente les dijimos que los tacos, pensando que los desmontarían», añadió el hijo del difunto. Lo que sucedió entonces, según la familia, fue «una salvajada y una atrocidad». Uno de ellos sacó un hacha y comenzó a astillar la parte inferior de la caja, hasta que quedó recortada y entró en el nicho. Nadie de la familia pudo reaccionar, pero poco después decidieron acudir al Juzgado de Instrucción Número 11, que estaba de guardia, para denunciar lo ocurrido. También han contactado con una abogada para formalizar la denuncia contra la compañía de seguros «que debía asegurar que el entierro discurría de forma normal».