En un lugar de España de cuyo nombre no quiero acordarme, me he
encontrado con Antonio Vega Ballester, nacido en Mallorca el cuatro
de abril de 1950. Vega estuvo involucrado de lleno en el litigio
por la herencia de Andreu Oliver. Un litigio que se inició en 1981
tras la muerte del multimillonario que era conocido como 'es
Carteritxo', y al que oficialmente puso fin el Tribunal Supremo en
diciembre de 1991, al declarar a Catalina Fullana Guasch «hija
natural, no matrimonial» de Oliver. El fallo convirtió a la mujer
en la heredera única y universal de una fortuna que en aquellos
años (1981) se estimaba en unos diez mil millones de pesetas.
Tanto los diez años del litigio, los posteriores, la vida de
Oliver, la manera cómo amasó su fortuna, su esposa, su hija natural
no reconocida en vida por Oliver, así como otros personajes que
fueron apareciendo, ya forman parte de la historia de Mallorca. Una
historia de la que se han escrito cientos de páginas y que ha
llegado a las pantallas de televisión pero, también, una historia
de la que quizás no se ha contado toda la verdad y a la que podrían
añadirse algunos capítulos y, de hecho, es lo que haremos en los
próximos días en estas páginas.
Antonio Vega Ballester conoce algunos de los entresijos hasta
ahora 'oscuros' porque, entre otras cosas, fue primero el hombre de
confianza de Trinidad Riera y Salvatore Safina y, después, sólo de
Safina. Este contrajo matrimonio en Las Vegas con la viuda de
Andreu Oliver, en mitad de la batalla legal que se había desatado
para hacerse con el control de la herencia del que fue
contrabandista, constructor, presidente de la Federación Balear de
Ciclismo y vicepresidente de la Comisión Nacional de Ciclismo en
Pista, entre otras actividades. Trinidad Riera rompió su relación
con Salvatore Safina, y nombró su apoderado a Ramón Bauzá cuando
todavía no se había dictado el fallo del Supremo.
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