Numerosos familiares, amigos y vecinos acudieron al entierro celebrado ayer en el cementerio de Pollença. Foto: ELENA BALLESTERO

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JAVIER JIMÉNEZ
Una distracción del conductor del Audi y la falta de iluminación en el ciclomotor fueron las causas del accidente de Pollença que se saldó con la muerte de Guillermo Cabanelles y Juan Francisco Rotger, de 15 y 14 años de edad. La Guardia Civil de Tráfico ha concluido el informe sobre el doble atropello y lo ha remitido al juzgado de Inca que instruye las diligencias.

Ayer al mediodía se celebró en el cementerio de Pollença el funeral por los dos menores, que contó con una asistencia masiva de familiares, amigos y vecinos. Ultima Horaentrevistó a varios testigos que se encontraron con el accidente minutos después que el Audi y el BMW arrollaran a los dos amigos adolescentes y cuyo testimonio ha permitido reconstruir aquellas trágicas horas. A las 12.17 horas el potente Audi A4 de Antonio R., un madrileño de 21 años, enfiló el tramo recto de la carretera del Port a Pollença y sobrepasó el cruce de Cala Sant Vicenç. En el turismo iban dos amigos de él, también jóvenes. El automóvil circulaba a una velocidad elevada y cuanto ya era tarde el conductor detectó al ciclomotor. Frenó en seco, de forma desesperada, y los neumáticos dejaron una marcha de casi 90 metros sobre la calzada. No fue suficiente y el impacto fue tremendo: la moto salió despedida, destrozada en cientos de piezas, Guillermo quedó tendido en medio de los dos carriles y a 20 metros cayó Juan Francisco. El conductor de un BMW no pudo esquivar el cuerpo de Guillermo y también le pasó por encima. La doble tragedia se había consumado. A los pocos minutos pasaron por aquel tramo algunos conductores, que se detuvieron a prestar auxilio. El dueño del Audi se encontraba extrañamente tranquilo, mientras que sus dos amigos estaban más alterados: «Íbamos bien y no los vimos porque no llevaban luces», contó uno de ellos. El otro conductor, el del BMW, relató que venía de una cena y se mostró muy inquieto por dar positivo en el control de alcoholemia. A medida que iban llegando coches los testigos se organizaron para detener el tráfico en ambos sentidos, hasta que se personó la Policía Local, la primera ambulancia, una dotación del PAC y la Benemérita. Durante tres cuartos de hora la policía buscó la matrícula del ciclomotor, que había salido volando más de 100 metros. Era la clave para identificar los dos cuerpos sin vida, que no llevaban documentación. A través de las placas de la Honda se pudo contactar con la madre de Guillermo, que al llegar de madrugada al kilómetro 55-300 tuvo que ser sostenida porque no tenía fuerzas ni para caminar. La identificación del pasajero de la moto fue más compleja. La Guardia Civil pidió la colaboración de los jóvenes que volvían a casa y se habían encontrado con aquel desastre. Uno de ellos, acercándose al cuerpo de Juan Francisco, exclamó: «Yo lo conozco, le llaman Juan Fran y juega en el equipo de baloncesto de Pollença». Poco después llegó un familiar, que reconoció los restos mortales. El piloto del ciclomotor llevaba un casco integral y su amigo uno tipo equitación. Los dos salieron despedidos, al igual que los zapatos de los adolescentes. Hasta las tres y media de la madrugada los dos conductores implicados permanecieron en aquel tramo, tras dar negativo en la prueba de alcoholemia. La Benemérita siguió investigando y buscando indicios hasta casi el amanecer.

Ayer este periódico pudo saber que el informe ya está concluido y que apunta como causa a dos motivos: una distracción del conductor del Audi y la falta de iluminación en el ciclomotor de Guillermo y Juan Francisco.