Decenas de embarcaciones quedaron gravemente afectadas y otras destruidas. Foto: C. FONTESTAD/J.BAGUR

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J.P.F.-D.M.
El presidente del Govern, Jaume Matas, anunció ayer la toma de medidas inmediatas para ayudar a los afectados por la «rissaga» que afectó la noche del jueves al puerto de Ciutadella que, según estimaciones iniciales, ha causado daños por valor de nueve millones de euros. Tras reunirse con los afectados por este fenómeno meteorológico, el más importante registrado desde 1985, el jefe del Ejecutivo autonómico apuntó que primero se procederá a evaluar los daños reales bajo la coordinación del ayuntamiento de Ciutadella. De forma inmediata, apuntó, se adoptarán medidas para ayudar a las empresas y profesionales afectados, con especial atención a los pescadores y quienes han visto dañada su actividad económica. Al respecto, anunció la incoación de un expediente de emergencia para concretar las primeras ayudas. Además, el puerto permanecerá cerrado al tráfico marítimo, tanto de mercancías como de pasajeros, mientras no haya la plena certeza de que se han retirado todas las barcas y yates que naufragaron. A mediodía de ayer los bomberos, agentes de la Policía Local, Protección Civil y voluntarios que intervienen en las tareas para la limpieza habían recuperado más de 40 embarcaciones con graves daños, algunas en situación de siniestro total. Los pescadores profesionales ha sido el colectivo más afectado, y algunos de ellos ya han anunciado que dan por concluida la temporada de pesca de langosta. Matas declaró: «Tras lo ocurrido debemos dar gracias a Dios porque no ha habido desgracias personales, ningún muerto, y sólo debemos lamentar importantes daños materiales». Añadió que «es una responsabilidad de todas las administraciones», por lo que tendrá que haber un acuerdo entre todas para ampliar el puerto de Ciutadella y garantizar la seguridad en el puerto que, a la vista de lo ocurrido, no existe».

El delegado del Gobierno, Ramón Socías, sufrió el desplante del séquito que acompañaba a Jaume Matas, ya que fue el único político en quedar excluido de la reunión celebrada en la terminal portuaria. Nadie le invitó a sumarse al encuentro, del que sí participaron los restantes representantes de la administración y de las diversas entidades involucradas en la actividad diaria del puerto de Ciutadella. El presidente del Govern se quedó dentro con la consellera Mabel Cabrer, el alcalde Llorenç Brondo, los ediles Eulàlia Llufriu, Antònia Salord y Germán Jover, el diputado Joan Salord, la presidenta Joana Barceló, los diputados autonómicos Guillem Camps e Ita López Oleo, el conseller José Seguí, la vicepresidenta de Ports, Mónica Pozuelo, su delegado Manel González, la directora general de Biodiversitat, Joana Xamena, el director general de Qualitat Ambiental, Ventura Blach, los empresarios Mari Pons, Gabriel Massanet y Bep Caules, los presidente del Club Nàutic, José Negrete, Asmen, Pedro Pons Cardona, la Estació Nàutica, Pili Faner, y la cofradía de pescadores, Francesc Canals, así como representantes de la Policía Local, la Guardia Civil y las navieras Baleària e Iscomar. Socías no llegó a traspasar la puerta y se quedó fuera, junto al inspector de la Policía Nacional, Antonio Prado, y el capitán marítimo, Santiago Mollà, atendiendo a los periodistas.

El delegado del Gobierno optó por «no polemizar. Estoy aquí para ofrecer la colaboración de la administración central, no para crear polémica. Es cierto que no me han invitado pero cada administración hace lo que estima más oportuno en el ejercicio de sus competencias. He venido a sumar esfuerzos, no a crear división». La presencia de Socías pareció incomodar al presidente del Govern, que le brindó un saludo excesivamente frío. Matas había llegado media hora antes en coche oficial, mientras que el delegado del Gobierno lo había hecho en helicóptero.