El acusado llegó a los juzgados de Inca a las diez de la mañana de ayer. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ
El hombre que intentó matar a su hija de 16 años en Can Picafort ingresó ayer tarde en la cárcel de Palma tras declarar ante el juez. El acusado reconoció que había atacado a la chica, pero no pudo precisar el motivo. Además, añadió que tenía ciertas «lagunas» de memoria y no recordaba por completo el episodio.

A las diez de la mañana de ayer el furgón policial descargó al acusado en los juzgados de Inca y Vicente F., empapado en sudor y muy tenso, entró en las dependencias, pendiente de que el titular del Número 4 lo llamara a declarar. Llevaba las manos esposadas y al ver a la prensa no trató de ocultar su rostro. El magistrado lo interrogó sobre las circunstancias al ataque a su hija y tras escuchar su relato decidió su ingreso en prisión, que se hizo efectivo horas después. El fiscal solicitó su ingreso incondicional en la cárcel, ya que las pruebas aportadas por la Policía Judicial de Pollença eran irrebatibles, y el juez se mostró de acuerdo.

Vicente F.F., de 50 años, pasó tres noches en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil, en la calle Manuel Azaña, y la Policía Judicial apuró las 72 horas que la Ley permite alargar una detención.

El lunes por la tarde el individuo, en un ataque de cólera, entró en el cuarto de su hija, en el chalet que la familia gitana había ocupado ilegalmente, y la arrastró hasta la cocina, donde le propinó tres puñaladas con otros tantos cuchillos. La menor, ensangrentada y gritando, consiguió huir, pero el progenitor la alcanzó en la terraza y le volvió a golpear, esta vez en la cabeza y con una piedra. La madre y un vecino, alertados por los gritos, corrieron en su auxilio y le arrojaron sillas y piedras para que dejara a la adolescente. Vicente estaba fuera de sí e incluso cuando llegó la Policía Local y la Guardia Civil seguía muy excitado. El varón cuenta con antecedentes por distintos delitos, el último un robo cometido en Artà. También por maltratar a su esposa, que no lo denunciaba por miedo.