La mujer, de 40 años, tampoco aportó un parte médico para justificar sus lesiones e insistió en su versión inicial: no había acudido a un hospital porque se encontraba anímicamente destrozada. Según su relato, el día de la violación se encontraba sola en su casa y de repente llamó a la puerta un magrebí al que conocía porque era primo de su actual compañero sentimental. El hombre, de 32 años, le pidió una dirección y luego, de improviso, se abalanzó sobre ella y la arrastró al dormitorio. Cuando se aseguró de que estaba sola procedió a inmovilizarla y luego al violó. Los investigadores, con esos datos, buscaron al magrebí, que fue localizado y detenido al poco tiempo. El presunto agresor se mostró muy sorprendido y sostuvo, desde el primer momento, que no había forzado a la vecina de Can Picafort. Explicó, eso sí, que ambos mantenían una relación sentimental y que los contactos sexuales eran consentidos, por ambas partes. En un principio se pensó que la historia trazada por el extranjero era una artimaña para eludir la cárcel, pero luego fueron surgiendo una serie de datos bastante clarificadores.
Ya desde un primer momentos los investigadores advirtieron que algunos datos no cuadraban. La mujer, en el mes de junio pasado, se presentó en la comisaría de Manacor y explicó que a finales de abril un marroquí la había violado en su casa, aunque hasta ese momento no había podido superar el bloqueo que padecía y no había presentado denuncia. Los hechos habían ocurrido en el municipio de Santa Margalida y la Policía Judicial de la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación.
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