A lo largo del interrogatorio, el acusado defendió siempre su inocencia, afirmando que su relación con su hija es buena y que la denuncia se debe a que la familia de su mujer no soportan «que esté casada con un negro».
Los abogados de la acusación particular aseguran que, entre junio y julio de 2003, y cuando estaba a solas con la niña, el padre le contaba cuentos con contenido erótico y la sometía a tocamientos en las partes genitales. Además, le acusan de maltratar física y psicológicamente a la pequeña, sometiéndola a castigos tales como dejarla encerrada en el balcón de su casa.
La propia esposa del acusado le exculpó de cualquier delito, y explicó que su propia familia es la responsable de lo sucedido. En el verano de 2003, ella se fue de Mallorca con la niña para pasar las vacaciones con su familia, residente en Chipiona (Cádiz).
Allí, su hermano le informó de que tenía la intención de que la niña se quedara todo el verano con ellos, pero la madre se negó. A partir de ahí comenzó una discusión. Según los familiares, sospecharon que la niña tenía algún problema porque estaba muy irritable, se orinaba en la cama y les explicaba que su padre le contaba cuentos eróticos. Los familiares llevaron a la pequeña a Sevilla a que visitara a un médico, pero según la madre no encontraron ningún indicio de abusos.
La víctima, debido a su corta edad, no declarará en el juicio, que hoy contará con la presencia de varios peritos encargados de valorar si la pequeña sufrió o no abusos sexuales.
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