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JAVIER JIMÉNEZ
Cuatro hermanas descubrieron recientemente que la casa palmesana de sus padres, que había estado muchos años alquilada, había pasado sin su permiso a manos de un nuevo inquilino que no paga y que, además, la ha convertido en un prostíbulo.

La planta baja está ubicada en la calle Homero número 16, muy cerca de la rotonda de Can Blau. El dueño murió y sus cuatro hijas, que viven en Esporles, Pòrtol y Llucmajor, siguieron alquilando la casa. Con el dinero pagaban el hospital en el que está ingresada su madre, pero todo cambió a finales del año pasado. En septiembre el inquilino «de siempre» se marchó, sin avisar. Los propietarios no lo supieron porque el nuevo vecino, que no conocían, pagó los primeros tres meses. El pastel se descubrió cuando dejó de pagar y las hermanas, intrigadas, acudieron a la calle Homero.

«Nos encontramos con que habían montado un prostíbulo en nuestra casa y que además no conocíamos al nuevo inquilino, que era un okupa», contaron ayer dos de las hermanas, Antonia y Margarita. El club de alterne se anuncia en las páginas de un periódico y lo controla, al parecer, una brasileña. «Lo peor es que no podemos hacer nada para sacarlos. Un día fuimos y nos llevamos nuestros muebles. Pues bien, la policía nos llamó y nos obligó a devolverlos», añadieron.