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«Mi hermana era el sustento del hogar y ahora yo voy a representar ese papel», dijo ayer, entre sollozos Mónica Tomala, hermana de la mujer ecuatoriana asesinada en Palma el 27 de enero presuntamente a manos de su ex marido, y que hasta ahora no fue autorizada a venir a Mallorca a encargarse de la repatriación del cadáver.

No fue posible obtener más testimonio directo de Mónica, cohibida por cámaras y micrófonos, y por las emociones al ser preguntada por su difunta hermana Olimpia Ketty.

Según el delegado del Gobierno en Balears, Ramon Socías, a Mónica le han planteado la posibilidad de ocupar el puesto de cajera en un supermercado de Palma que tenía su hermana antes de ser asesinada con arma blanca junto al hombre español con quien mantenía una relación.

En caso de concretarse oficialmente y ser viable a través de los servicios de empleo, la oferta de trabajo para Mónica serviría de alivio la precaria situación económica de la familia en Ecuador. La desaparecida Ketty enviaba dinero para mantener a su madre, a ocho hermanos, a sus dos hijas y a dos sobrinas.

No fueron pocos los problemas burocráticos a los que se enfrentó Mónica para obtener el visado con el que viajar a España para repatriar el cuerpo de su hermana. De hecho, fue la intervención de Socías ante las autoridades consulares la que propició la concesión de un visado -por «motivos humanitarios»-, válido para un mes de estancia y que caduca el 28 de mayo.