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P.P./F.B.
Un vecino del número 5 de la calle Conde, en la Vileta, lleva tres meses viviendo en la zona ajardinada de la finca, en la que posee una vivienda. En un rincón ha colocado una cama en la que duerme y, poco a poco, como persona afectada por el síndrome de Diógenes, se ha ido rodeando de cachivaches recogidos por aquí y por allá. Desde hace semanas, una mujer se ha instalado frente a él con otra cama y más cacharros. Los vecinos del inmueble viven inquietos, pues el hombre, de apariencia tranquila, a veces les increpa y, cuando tiene una necesidad, la hace sin más en el jardín. Además, según los habitantes del edificio, algunas noches protagoniza encuentros sexuales «desinhibidos» con la mujer, y los gritos llegan a todo el vecindario. ¿Por qué vive usted ahí?, le preguntamos aokupa. «Porque tengo una casa en esta finca -señala hacia lo alto-, y como la zona es comunitaria... pues vivo en mi comunidad. ¿Pasa algo? ¿Acaso yo me meto con esos cotillas que no hacen más que mirar lo que hacemos?»

«El otro día pasaban mis nietos -explica una vecina-, y los dos estaban haciendo sus cosas...ya me entiende, en la cama, como si nada. Y eso no puede ser». Otro vecino asegura que eokupa le amenazó, y ha presentado una denuncia. Una tercera residente señala que «a veces llegan otras personas, con las que se pone a fumar y a beber, y hace poco hasta se hicieron una paella en el jardín». En un momento determinado varios vecinos del inmueble se reúnen frente al pasadizo en el que se han instalado el hombre y la mujer. Poco después llega la Unidad de Intervención Inmediata de la Policía Local. Pese a que no pueden actuar de oficio en zonas privadas, tratan de convencer aokupa de que no debe «residir» allí. El individuo, con parsimonia, hace como que recogiera el caos que ha generado alrededor, pero deja de hacerlo en cuanto los agentes abandonan el lugar.

Los vecinos del jardín okupado quedan en que irán al Juzgado a presentar la correspondiente denuncia. La última palabra, pues, la tendrá su señoría.