El cadáver fue retirado del solar donde la funeraria tiene un almacén. Foto: JOSEP MARÍA SASTRE

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JAVIER JIMÉNEZ/JOSEP MARIA SASTRE
A media tarde de ayer dos inspectores de Sanidad y agentes de la Policía Local de Porreres se personaron en la funeraria La Paloma Blanca, ubicada en la calle Almoina número 12. El negocio había sido denunciado por la desaparición de un cadáver y en un primer momento no se localizó al dueño, un alemán afincado en Porreres.

Curiosamente apareció en escena un hombre de color, con las llaves del establecimiento, que les franqueó el paso a la comisión y luego, misteriosamente, desapareció. La actitud del supuesto empleado, que en realidad no era tal, extrañó a los funcionarios y al poco tiempo se dio aviso a la Policía Judicial de la Guardia Civil de Manacor. En el Camí de na Bosca se encuentra el solar donde la funeraria guardaba los cadáveres y los agentes se desplazaron hasta allí y localizaron un habitáculo defectuoso que hacía las veces de cámara frigorífica. En el interior se encontraba un cuerpo descomponiéndose, ya que la temperatura del recinto ni las condiciones eran las adecuadas. Se trata de un ciudadano extranjero que falleció el pasado día 28 y que desde esa fecha ha estado confinado, presuntamente, en aquel tanque.

El propietario se presentó luego y los funcionarios policiales le comunicaron que debía acompañarles hasta la Comandancia de la Guardia Civil, en Palma, para ser interrogado. Según parece, el empresario alemán había solicitado una licencia de apertura de actividades de la funeraria La Paloma Blanca, pero todavía no se le había concedido. Sin embargo, el negocio funcionaba a pleno rendimiento, de manera irregular. El alcalde de Porreres, Joan Sastre, estuvo presente en el registro de la funeraria y adelantó que el ayuntamiento iba a ordenar el precinto de aquellas instalaciones, que no contaban con la licencia correspondiente y que además carecían de las condiciones necesarias para almacenar cadáveres.