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JAVIER JIMÉNEZ
La familia Arrebola y la autopista de Inca están fatalmente ligados, para siempre. Salvador Arrebola Guerrero, el conductor que murió el martes en esa carretera, en un accidente que dejó heridas críticas a su mujer y a su hija pequeña, ya sufrió un desgraciado siniestro en ese tramo hace 16 años.

El albañil de Lloseta, que por entonces tenía 29 años, conducía un Seat 127 y se dirigía al hospital de Son Dureta, porque su hermana María Teresa se había puesto de parto. En el vehículo también viajaba otro hermano y el esposo de la parturienta. Era de noche y la familia Arrebola, nerviosa, sólo pensaba en llegar al hospital. De repente, el coche perdió el control y se estrelló contra una farola, violentamente. María Teresa fue sacada en brazos por su hermano, moribunda. Cuando llegó a Son Dureta ya era cadáver. La cesárea que le practicaron en un intento desesperado por salvar al bebé que iba a nacer no sirvió de nada, porque el niño también estaba muerto. Salvador Arrebola quedó marcado por aquel día aciago del 18 de noviembre de 1991. Y el destino y la autopista de Inca se le cruzaron en su vida el martes, 16 años después. En el mismo asfalto donde perdió a su hermana y a su sobrino el drama se repitió, ahora con él mismo y su familia como involuntarios protagonistas. Una conductora cruzó la mediana a gran velocidad, salió propulsada y voló literalmente sobre el carril contrario, por donde circulaban los Arrebola. El monovolumen aterrizó sobre el Seat Córdoba del albañil, que se dirigía a Lloseta con su mujer, sus dos hijos y la abuela. Él murió en el acto, su esposa tiene la médula seccionada y la niña está crítica.