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EFE-LISBOA Vestigios de sangre fueron encontrados en una de las cortinas del apartamento donde estaba la niña británica Madeleine McCaan, lo que refuerza la tesis de que se trató de un homicidio o murió allí, víctima de un accidente fatal.

Las revelaciones aparecieron ayer en «Jornal de Noticias» que agregaba que «la principal línea de investigación» que siguen la policía lusa y la británica es la muerte de la niña.

Con anterioridad, la prensa lusa sólo había dado cuenta de que se habían encontrado huellas de sangre en una de las paredes del citado apartamento.
Según la fuente, los perros británicos que trabajaron en la detección de los restos de sangre también descubrieron «olor a cadáver» en otros sitios, pero que en esos casos no fue posible recoger «muestras biológicas».

En estos momentos, las investigaciones están pendientes de que lleguen de un laboratorio británico los resultados de los exámenes de esos vestigios de sangre.

Por su parte, «Diario de Noticias» revela que existieron «contradicciones» en las declaraciones de los testigos que estaban cenando con los padres de la niña el pasado 3 de mayo, cuando se produjo su desaparición.

Uno de los amigos del matrimonio McCaan, Russel O'Brien, estuvo al principio de la cena, pero poco después se ausentó y sólo regresó cuando ya estaban a punto de terminar.

Fue Jane Tanner, la esposa de Russel, la que dio a la Policía Judicial la pista de que había visto a un hombre de 1'70 de altura, delgado y cabello oscuro en la calle, con una niña en los brazos.

Fue el retrato robot elaborado por la descripción de Tanner una de las pistas que fue seguida por la policía durante el tiempo en que se consideró, como más probable, la hipótesis del secuestro de Madeleine, desaparecida hace 102 días.