El antiguo edificio de la Flex, en la calle Aragón, está en ruinas. Foto: G.P.

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GUILLEM PICÓ-JOSEP MARIA AGUILÓ Hace años que se habla de proyectos y nuevos usos para el antiguo edificio de la Flex, ubicado en la calle Aragón de Palma, pero lo único cierto es que el inmueble continúa en ruinas y degradándose día tras día. Paradójicamente, este proceso de decadencia ha sido paralelo al crecimiento urbanístico que se ha registrado en los alrededores.

Desde hace un año, una veintena de personas se han instalado en el edificio abandonado conviviendo «lo mejor que podemos y sin causar problemas», explica uno de los 'inquilinos', de unos 40 años, y nacionalidad argelina, quien prefiere mantenerse en el anonimato, al igual que el resto de personas que ocupan el edificio. Este hombre indica que «casi todos los que viven aquí son búlgaros y hay varias familias (refiriéndose a matrimonios sin hijos)».

El edificio de la Flex y el gran solar donde se encuentra pertenecían al Ajuntament de Palma hasta hace unos meses. A grandes rasgos, una parte de este terreno entró en la permuta por las Torres del Temple y la restante, que incluye el edificio, fue adquirida por una empresa en subasta pública. A pesar de que el solar está vallado, la verja de entrada está lo suficientemente abierta para que pasen las personas.

Los 'inquilinos' acceden al interior del bloque a través de una puerta lateral. En la planta baja se acumula bastante suciedad, aunque allí no vive nadie. En las otras cuatro plantas la cosa cambia. «Intentamos que esté un poco limpio pero aquí viene gente a beber, a hacer gamberradas y a pintar en las paredes (graffitis), pero se retira la suciedad a un rincón y luego se saca como se puede», añade el argelino, quien hace unos cinco meses que vive en el viejo edificio.

El inmigrante afirma que «la policía suele venir bastante por aquí y nos pide la documentación, pero nosotros no hacemos nada malo, lo que pasa es que no tenemos trabajo, no podemos alquilar una casa y tenemos que buscar algún sitio para vivir». Los 'inquilinos' están instalados en salas o en las antiguas oficinas y de este modo pueden cerrar las puertas con cadenas y candados.