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JAVIER JIMÉNEZ La Policía Local de Palma, bajo la batuta magistral del comisario Nicolás Herrero, es un valor en alza. La intervención del viernes por la noche en Pere Garau, tal y como adelantó ayer permitió a los agentes del GAP (Grup d'Acció Preventiva) interceptar uno de los mayores alijos de cocaína que se recuerda en el cuartel de San Fernando.

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A las 21.30 horas cuatro efectivos de esa unidad de reciente creación se encontraban de guardia en las inmediaciones de Son Gotleu y, de improviso, repararon en un Volkswagen Golf 1.6, con placas de matrícula 3642-FTP, que se había saltado un paso cebra, en la confluencia de las calles Joan Alcina y Santa Florentina. Lo que en apariencia suponía una infracción más o menos habitual de tráfico se complicó en los segundos siguientes. Dos motos y un furgón dieron el alto al turismo, pero el conductor aceleró de forma temeraria y trató de huir. La brusca maniobra alertó a los agentes del GAP, que se pegaron al Golf y le hostigaron con señales acústicas y luminosas. El conductor, sin embargo, siguió con su inesperada huida y giró en dirección a la calle Gabriel Carbonell, cerca de Pere Garau.

Los dos motoristas se colocaron delante y a un lado del coche perseguido, mientras el furgón se pegaba a la parte trasera. De esta manera, el fugitivo quedó atrapado y poco después tuvo que frenar. El piloto era un hombre de color, que se encontraba muy alterado y al que tuvieron que repetir en varias ocasiones que quitara las llaves del contacto. Cuando al final lo hizo los policías le pidieron que saliera del turismo y Livinus Osita Nwajioha, nigeriano de 33 años, se puso todavía más nervioso. En un primer cacheo le intervinieron 1.200 euros en billetes, lo que extrañó a los agentes. En su cartera aparecieron 615 euros más, lo que llevó a pensar a los miembros del GAP que el subsahariano podía dedicarse a alguna actividad ilícita, posiblemente al narcotráfico. Al ser preguntado por la procedencia de aquel dinero Livinus sólo acertó con algunas frases inconexas. El siguiente paso fue registrar el Volkswagen y justo debajo del asiento del copiloto apareció una bolsa sospechosamente escondida. En su interior había un centenar de paquetes sellados, en forma de dátil. Uno de los funcionarios abrió uno de los envases y comprobó que el contenido era un polvo blanco, casi con toda seguridad cocaína.

Livinus, que hacía ademanes de marcharse del lugar, fue reducido y esposado, acusado de un delito contra la salud pública. Mientras tanto, se llamó a una grúa para que retirara el turismo y lo trasladara a las dependencias policiales, donde se le sometió a una inspección más minuciosa. Cuando los agentes interrogaron al nigeriano sobre el origen de aquella importante cantidad de cocaína, de casi dos Las diligencias policiales fueron transferidas esa misma noche a la Jefatura de Policía de Palma y ahora es el Grupo de Estupefacientes del CNP el que se ha hecho cargo de la investigación. En la actualidad en poder de los expertos antidroga se encuentra todo el material intervenido al nigeriano: 1.815 euros (repartidos en billetes de 100, 50, 10 y 5); dos teléfonos móviles; una agenda de teléfonos; tarjetas de visita de establecimientos y personas; dos placas de matrícula que escondía en el maletero de su Golf; los 100 dátiles con cocaína en su interior; un juego de tres llaves engarzadas a un llavero con la leyenda «Semolera 2º-C» y una cartera de piel marrón. Toda esa documentación, de gran valor, está siendo analizada por el grupo antidroga y en breve se esperan novedades. Lo que parece claro es que Livinus formaba parte de una banda de narcotraficantes más o menos potente y era el vendedor habitual de muchos consumidores.