Los cuatro detenidos fueron trasladados ayer al cuartel de Manacor. Foto: JOSEP MARIA SASTRE

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JAVIER JIMÉNEZ La organización mafiosa que introdujo los 3.000 kilos de hachís en ses Salines pretendía obtener 3 millones de euros de beneficio con la operación. La Guardia Civil continuaba ayer realizando ímprobas gestiones para localizar a los otros cinco implicados en el desembarco, uno de los cuales es el «cerebro». De momento no se han practicado nuevas detenciones, pero en los próximos días podría haber novedades. La Benemérita también está tratando de aclarar si la red de narcotraficantes ha realizado otras operaciones semejantes en el litoral mallorquín. La lancha rápida de cuatro motores de 250 caballos cada uno salió de Marruecos y fue comprada ex profeso para el transporte de la droga. Los investigadores tienen el convencimiento que la banda tuvo que pagar en aquel país para garantizar que la salida de la lancha no se veía entorpecida de forma inesperada. Así pues, restando el dinero que costó la nave, los «sobornos» y los cuatro potentes motores a los narcotraficantes les habrían quedado unos 3 millones de euros para repartirse entre ellos.


Los cuatro acusados pasaron la noche en los calabozos de la Policía Local de Manacor. En el cuartel de la Guardia Civil de Santanyí no hay calabozos, y ocurre lo mismo en las instalaciones beneméritas de Manacor. Ayer por la mañana, a eso de las once y media, los cuatro marroquíes fueron trasladados a las oficinas de la Policía Judicial para que fueran reseñados en la ficha policial. Después del trámite regresaron a las celdas municipales, a la espera de que hoy sean puestos a disposición judicial.

Los detenidos, al parecer, carecen de antecedentes policiales en Mallorca y al menos uno de ellos reside en las inmediaciones de Málaga. Su presencia de madrugada a bordo de una lancha rápida de cuatro motores despertó las sospechas de la patrullera de la Guardia Civil que, casualmente, navegaba por aguas de ses Salines. Desde la embarcación se informó a las patrullas terrestres, que pusieron en marcha un gran dispositivo de seguridad. Al poco tiempo se detectó a una furgoneta de alquiler de color blanco que se dio a la fuga. El conductor, al final, perdió el control y se estrelló. Cuando fue arrestado llevaba las ropas mojadas y en el vehículo se encontraron 96 fardos de hachís con un peso total de 3.000 kilos.