TW
0
EMILIO LÓPEZ VERDÚ La policía continuaba ayer vigilando los accesos al poblado de Son Banya, mientras un nutrido grupo de agentes antidisturbios mantenía un cordón de seguridad entre el solar de la empresa Europark Baleares y el poblado gitano. En la explanada que separa estos dos lugares, la policía científica trabajaba recogiendo los restos de los artefactos lanzados por los gitanos: enormes piedras, cartuchos, botellas de cerveza y hasta cohetes de pirotecnia.

El responsable de la empresa Europark Baleares, que prefiere mantenerse en el anonimato, cifró entre 120 y 130 el número de coches dañados. «Vivimos momentos de tensión y de impotencia. Era una auténtica lluvia de piedras y no podíamos ir hacia los coches para moverlos», explicaba ayer. El empresario afirma que los incidentes no son un hecho aislado. «Colocamos un cable militar en todo el perímetro de la valla y no les disuadió; colocamos cámaras y las rompieron. Casi cada noche nos encontramos a heroinómanos colgados de las vallas, sin fuerzas para saltar después de haberse pinchado», asegura.

A media mañana, los operarios se paseaban entre una marea de coches con las lunas rotas, mientras otros vigilaban desde la azotea el poblado de Son Banya ante el temor de nuevos incidentes.

Los controles policiales se mantendrán hasta hoy por la noche y se reanudarán durante los fines de semana.