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Tras once días en paradero desconocido, el alemán Gerd Michael Nundemer dio por fin señales de vida en casa de una amiga en Llucmajor, con aspecto demacrado y síntomas de trastorno.

El empresario ponía así punto y final a una intriga en la cual los malos augurios parecían aumentar a medida que avanzaban los días.
Su desaparición se produjo a finales de noviembre, cuando una vecina del Port d'Andratx halló la puerta de su casa abierta y las luces y el televisor encendidos. Además, su documentación seguía en la vivienda y no había notas de ningún tipo.

La Guardia Civil tampoco halló indicios cuando realizó una minuciosa inspección en la tienda de muebles de lujo que regenta en el Port d'Andratx.
La preocupación de sus amigos y familiares fue en aumento, y un hermano suyo se desplazó desde Alemania a Mallorca para presentar una denuncia por su desaparición.

Así pasaron varios días sin novedades, hasta que el jueves fue hallada su furgoneta en la carretera de es Cap Blanc.
Comenzó entonces un exhaustivo rastreo de la zona por parte de miembros del GEAS y el GREIM de la Guardia Civil, que con la ayuda de un helicóptero recorrieron las zonas más ariscas de los acantilados sin resultado alguno.

De igual modo, la furgoneta fue trasladada a un puesto de la Benemérita, con el fin de hallar alguna pista sobre el hombre.
Inesperadamente, Gerd se presentó ayer en la puerta de la finca de una amiga llamada Úrsula, que reside en una urbanización de Llucmajor. La mujer, muy sorprendida, no dio crédito a la aparición del hombre.

El empresario descansó en la casa y la mujer dio aviso a la madre y al hermano, así como a la Guardia Civil.
Gerd explicó a este periódico que está bien y que estos días ha «viajado por el mundo». Según explicó, se le acabó la gasolina de la furgoneta. El hombre, con síntomas de trastorno y cansancio, comentó que ya ha declarado a la Guardia Civil lo que le sucedió estos días y que «lo más importante es que todos sepan que estoy bien».