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JAVIER JIMÉNEZ «Han pasado tres meses desde lo de mi madre y sólo tenemos una certeza: que fue asesinada. Y también estamos convencidos de quién fue. Sin embargo, nos preguntamos ¿Quién la está buscando ahora?». Miquel y Catalina Serra, los hijos de Margalida Bestard, no sólo han perdido la esperanza, también la paciencia. Cuando se cumplen 92 días desde que la casera de s'Arenal desapareció en la calle Marineta su familia critica duramente «la burocracia, el papeleo y las leyes que parece que amparan más a los delincuentes que a las víctimas».

Para Miquel está claro que «si fuera una mancha de combustible en la bahía tendríamos al Ejército y a voluntarios buscando. En cambio, se trata de mi madre, una mujer mallorquina y de edad, que casi con toda seguridad ha sido asesinada, y ahora nadie la busca. No es normal». Catalina es de su misma opinión: «La muerte de mi madre la hemos asumido, pero somos cristianos y queremos enterrar su cuerpo. Y sólo nos encontramos con obstáculos, es desesperante porque hablamos de una persona desaparecida, no de un perro».

La mujer contó que están a la espera del análisis de unas pruebas que pueden ser vitales para el caso «y nos han dicho que estamos en una lista de espera, porque hay un laboratorio central y hay muchos casos delante del nuestro». Miquel apostilla: «Está claro que no es como en las películas de CSI». Los allegados de la vecina de Pòrtol sobrellevan estas semanas como pueden. «Nos apoyamos mutuamente y sabemos que mi madre está en el cielo, pero nuestra máxima prioridad es darle sepultura».

Sobre Antonio S., el principal sospechoso del crimen, la familia Bestard Serra no tiene dudas. «Cuando ves como reacciona una persona te abre los ojos sobre muchas cosas. Él me decía: 'Tenéis que contratar a un detective, que la Policía cojea mucho', pero nunca me dijo: 'yo no he sido'. Hay muchos paralelismos con Àngeles Arroyo, la otra mujer que supuestamente mató hace once años, y cuyo cadáver tampoco no apareció», sostiene Miquel. Catalina va más allá: «Al principio el móvil parecía económico, pero creemos que tuvo un arranque de rabia porque tiene un perfil psicópata. Discutieron por unos recibos de la basura, ése fue el triste móvil».