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JULIO BASTIDA El séptimo mandamiento de la Ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia, es claro y conciso: No robarás. Además, habría que añadirle, y mucho menos en mis iglesias.

Los robos perpetrados en los diferentes templos eclesiásticos de Mallorca se han visto incrementados de una manera considerable en el último año.
El Obispado han contabilizado un total de cinco robos de diferente consideración en diferentes parroquias de Mallorca, además de otras pequeñas sustracciones más insignificantes que los párrocos no han denunciado.

El director de comunicación del Bisbat de Mallorca, Eugeni Rodríguez afirmó: «Muchas veces la gente se queja de que las iglesias están cerradas, pero si permanecen abiertas nos roban, ¿qué vamos a hacer? Otro punto importante son las medidas de seguridad en las iglesias y rectorías. Desde el Bisbat pusimos en conocimiento de todos los rectores de la diócesis una oferta de una empresa de seguridad con la que se firmó un convenio de colaboración para implantar en las diferentes rectorías, iglesias, sacristías y colegios religiosos unos sofisticados sistemas de alarma adaptados a las necesidades de cada parroquia. De hecho, en Santa Margalida el rector Mossèn Guillem Feliu ha sido el pionero en instalar varias cámaras de vigilancia», añade el portavoz eclesial.

Desde el Bisbat entienden que los sacerdotes tengan miedo a los robos y por ese motivo tomen las medidas de cerrar las iglesias a cal y canto en detrimento de la afluencia de fieles para visitar la Casa del Señor.

«Entrar en una iglesia es muy difícil. Normalmente sólo tienen una puerta de entrada o dos como máximo. Los ladrones aprovechan cuando los sacerdotes están ocupados presidiendo las misas para cometer los actos delictivos. Algunas veces se esconden y cuando acaban las misas y el párroco cierra la puerta es cuando cometen sus fechorías», concluye el portavoz. Dentro de los robos a las iglesias, existe una particularidad muy interesante a la hora de buscar excusas en los interrogatorios policiales.
En el caso del intento de robo de la parroquia de Santa Eulàlia, en Palma, un joven de 19 años y nacionalidad búlgara al ser 'pillado' in fraganti con el dinero de los cepillos parroquiales, el chico afirmó: «Soy un desgraciado, no volveré a hacerlo».

En Llucmajor, el padre Puigserver tuvo que aguantar como unos colombianos que intentaron robar una importante cantidad de cuadros y artículos religiosos de gran valor económico para justificar sus fechorías dijesen: «Queríamos dormir y hemos elegido este lugar. En mi país las iglesias son para dormir».

El último caso curioso tuvo como protagonista a un amigo de lo ajeno que le robó la cartera a Mn. Rafel Horrach, rector de la parroquia de Sant Josep de sa Platja en Can Pastilla y después se fue tranquilamente a comulgar, instante que aprovechó para chantajear al sacerdote pidiéndole 100 euros si quería recuperar la cartera. Todos ellos, si de verdad están arrepentidos serán perdonados en el Reino de los cielos.