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Juan Carlos Balaguer y Miquel Martí son dos mallorquines que esta semana han vivido una odisea en el mar balear, en concreto durante la travesía desde Eivissa a Mallorca en una lancha. Ambos partieron el pasado domingo hacia Eivissa con el barco de Tramediterránea, «el viaje fue apacible - cuentan -. De Eivissa salimos hasta Formentera, donde teníamos que recoger una lancha 'Fiart Mare', de siete metros de eslora y un motor de 175 cv. Zarpamos de Formentera y en menos de 30 minutos llegamos a Santa Eulalia del Río, donde repostamos y decidimos poner rumbo a Mallorca pues el estado del mar no era malo».

«Pero a las diez millasde la costa empezó la peor experiencia marítima de mi vida -cuenta Juan Carlos, que navega desde que tiene siete años- y siempre he respetado el mar de forma mayúscula, pero esta vez reconozco que no tomé las precauciones necesarias, puesto que no vestíamos ropa adecuada, no llevábamos sistemas de comunicación resguardados ni revisados, y teníamos un equipo de navegación que era sólo una brújula».

Juan Carlos añade: «Ya no veíamos Eivissa ni Mallorca, y entró una tormenta con ráfagas de viento de fuerza de 5 a 6 y olas entre 4 y 5 metros. Navegando en estas condiciones, mantener el rumbo era casi imposible. Empezó a hacer mella en nosotros el frío y el cansancio, mi compañero empezaba a tener síntomas de hipotermia. Llevábamos dos horas y media navegando y no veíamos el final de la tormenta. Yo estaba a punto de tirar la toalla, por el cansancio, heridas en mis piernas y golpes por todo el cuerpo, cuando vimos un carguero de contenedores y como pude nos pusimos detrás. Lanzamos cohetes y bengalas y salió el piloto. Nos miró con los primatitos pero pasó de nosotros. Seguimos detrás porque no nos entraba agua y nos cortaba el viento. Dos horas después vimos tierra y pusimos rumbo hacia la salvación. Creíamos estar en la costa de Andratx, pero en realidad sólo había acantilados y ninguna construcción, o sea que no era Mallorca». "Ya no nos quedaba combustible, así que llegamos a una pequeña cala, varé la lancha y después supimos que se trataba de la playa den Burri, en Cabrera. Subimos por un camino y vimos el puerto. En la cantina estaban Javi, Nacho y Pepe del Servicio de Vigilancia de Cabrera, y Oliver y Mari Carmen, de la Guardia Civil. No tenemos palabras para agredecerles todo lo que hicieron por nosotros. Nos ayudaron a rescatar la lancha, lo que muy dificultoso. Después cenamos con ellos y a la mañana siguiente partimos hacia sa Rápita».