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JAVIER JIMÉNEZ
Ignoro si Rodrigo de Santos conocía el Ocaso de los Dioses (Götterdämmerung), la tetralogía de Richard Wagner. En cualquier caso, el burgalés podría haber protagonizado la obra del genial alemán. Su ascenso social y laboral en Palma fue meteórico; su caída más todavía.

Chulesco y altivo, su paso por el Insalud levantó muchas ampollas. «Es un buen técnico, pero insoportable»», llegó a decir una estrecha colaboradora suya de aquella época. En 2002 deja su cargo de director territorial del Insalud, tras un enconado enfrentamiento con la consellera de Sanitat, Aina Salom. Es nombrado nuevo director del Àrea de Coordinación de Infraestructuras de Cort y desde ese momento, hasta su caída en desgracia, su progresión asusta. No tiene límites y empieza a sonar como indiscutible delfín de José María Rodríguez, su auténtico mentor, y luego de Jaume Matas, su protector.

En el 2003, tras las elecciones municipales de mayo, su nombre suena para dirigir alguna conselleria de su amigo Matas, pero el president lo coloca en el Ajuntament, de regidor de Urbanisme y mano derecha forzada de Cirer. La alcaldesa se huele la jugada, la sombra de Rodríguez es alargada. Pero claudica. Los intereses de Matas y Rodríguez, que son muchos, están seguros. En 2004 y 2005 su figura política adquiere peso: De Santos está siempre en todas las quinielas. «Es el protegido del jefe», dicen por entonces algunos ediles de su propio partido. No aclaran a qué jefe se refieren: si a Jaume o José María. El teniente de alcalde de Urbanisme ya es todo un depredador de la política, un tiburón blanco al que muchos temen. Muy pocos conocen su doble vida, aunque muchos intuyen su doble moral. «Este país está lleno de maricas», cuentan que solía decir a sus amigos, a modo de gracia. Como gerente del Emop cae en sus manos una Visa, y es el principio del fin. La funde en locales de ambiente homosexual y nadie se entera. Mucho menos Cirer.

En 2006 su relación personal con la entonces alcaldesa entra en una fase de declive mutuo. Ya no confían el uno en el otro y Rodrigo, además, le es desleal. Anuncia su retirada de la política tras un pleno lleno de tensión y luego, en las elecciones municipales de 2007, el PP pierde el poder. Llega el nuevo gobierno municipal y su suerte está echada: Aina Calvo intuye los chanchullos con la Visa y se abre una investigación. Rodrigo no lo sabe, pero ya es un cadáver. El misil en la línea de flotación llega el 13 de marzo de este año, cuando Ultima Hora destapa el escándalo del año: «La Fiscalía investiga a De Santos por gastarse 50.000 euros de las arcas municipales en locales de alterne». El bofetón le pilla de número dos en Hacienda, un cargo al que había accedido tras mediar por él un peculiar Padrino con el que compartía gustos. Todos empiezan a darle la espalda, pero él continúa altivo: «Todo fue culpa de la cocaína». Matas ha huido a Washington y ya no le protege; Rodríguez no tiene el peso de antes, su globo se desinfla. El burgalés se enroca y el jueves 26 la policía lo detiene como presunto pederasta. Su tupé ya no brilla.