'La Paca' sufrió un ataque de nervios el viernes cuando era llevada a declarar ante el juez, en los juzgados de Vía Alemania.

TW
0

En su negocio no había crisis. Ni recesión, como se le llama ahora. El clan de 'La Paca' abastecía de heroína y cocaína a un millar de consumidores al día y obtenía unos 900.000 euros al mes de beneficio (unos 150 millones de las antiguas pesetas). Con este panorama, apuntan los investigadores, no es de extrañar que haya tortazos para suceder a la matriarca.

La investigación del EDOA (Equipo contra la Delincuencia Organizada y Antidroga) de la Guardia Civil ha durado lo que un parto: nueve meses. Y el resultado no ha sido un nacimiento, sino la decapitación de todo un clan. Demostrar que la organización blanqueaba cantidades industriales de dinero era muy complicado, y también un arma de doble filo, por lo que los investigadores se propusieron intervenirles heroína y cocaína, para probar sin problemas su relación directa con el narcotráfico. Así pues, uno de los objetivos de la 'operación Kabul' fue encontrar droga en las casas de los acusados, tal y como ocurrió en casi todos los casos.

Para conseguir esa prioridad era fundamental que los comandos de los GRS (Grupos Rurales de Seguridad) intervinieran al unísono en los cinco puntos de venta marcados en Son Banya, sin margen para que los moradores reaccionaran. «Son personas acostumbradas a las redadas y tienen puertas blindadas y otras medidas de seguridad, como vigilancia exterior y chivatos. La cuestión era que no llegaran al cuarto de baño y tiraran la droga en el wáter», cuenta uno de los mandos que participó en la 'operación Kabul'. Los agentes se dieron de margen un minuto entre que asaltaban el poblado y sorprendían a los narcotraficantes durmiendo. Si se sobrepasaba ese tiempo el riesgo de que los integrantes del clan reaccionaran era muy elevado. 'El Ico', por ejemplo, no ofreció resistencia. Quizás porque la Guardia Civil sospechaba que dormía con un arma, y adoptó todas las medidas de seguridad propias de estos casos. La que sí enloqueció fue su hermana, 'La Guapi', que empezó a bramar e intentó levantar al poblado en su auxilio. El tiro le salió por la culata y abandonó el poblado gritando que iban a encontrar al topo.

'La Paca', por su parte, intentó mantener la compostura en los primeros minutos de su detención, pero se fue hundiendo a medida de que era consciente de las pruebas que se habían recabado contra ella. Al final, como su hija, perdió los nervios y sufrió ataques de angustia. Se negaba a ser esposada y también, como 'La Guapi', empezó a sospechar que alguien de «dentro» la había traicionado. Se avecinan tiempos difíciles en el poblado.