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GABRIEL ALOMAR-EFE El Thopaga, un velero de época con sede en Eivissa, se hundió la madrugada de ayer frente a la costa francesa. Sus nueve tripulantes se encuentran sanos y salvos.

El suceso ocurrió a las tres de la madrugada, el tiempo era normal y las causas del siniestro están siendo investigadas. El lugar del accidente se sitúa a 40 millas del puerto francés de Brest, adonde acudía la embarcación con el fin de participar en un encuentro marítimo. Este barco había viajado hasta los 43 grados de latitud con vientos de hasta 60 nudos.

Precisamente, su robustez y excelente conservación eran algunos de los argumentos esgrimidos desde el Ajuntament de Vila para impulsar su consideración como Bien Catalogado por parte del Consell Insular de Eivissa.

El velero trabajaba habitualmente como barco escuela y estaba previsto que regresase a Eivissa el próximo mes de agosto.
La pérdida
La pérdida de la goleta pailebot Thopaga supone la peor catástrofe para el patrimonio histórico marítimo de Balears. Su presencia ha sido habitual en aguas del puerto de Eivissa durante años, desde que culminó un cuidadoso proceso de restauración a cargo de Gerald Delgado. Un armador que junto a su mujer Nicole Legler, además ha afrontado el reto de recuperar otro barco velero similar, el Cala Millor, construido en Palma en 1946 para la Naviera Mallorquina.

El Thopaga, antiguo Cala Tuent, era uno de los escasos veleros ligados a Balears supervivientes de un imparable proceso de desaparición iniciado en los años 60. Incendiados en Cala Penyes Rotges, desguazados o hundidos, antiguos pailebots como el Cala Gat o el Ciudad de Inca, entre muchos otros, pasaron en pocos años de constituir la columna vertebral de la flota mercante balear a un mero recuerdo.

Los que lograron salvarse acabaron en remotos países para no regresar jamás a nuestras aguas. Otros, los más afortunados, regresaron en un momento en que la sensibilidad a la hora de asegurar su preservación era un objetivo asumido por particulares e instituciones.

La presencia de uno de estos barcos hoy día en cualquier puerto constituye motivo de especial interés para la población local. Construidos por carpinteros de ribera con ancestrales técnicas artesanales heredadas de generación en generación, están considerados como elementos irrepetibles de la historia marítima de la humanidad.

El Thopaga realizaba en la actualidad diversas excursiones por las Pitiusas y navegaciones de más larga duración desde su base en Eivissa para participar en distintos eventos náuticos. Construida por Astilleros Navarro en Aguilas, Murcia, en 1924 era uno de los mayores veleros de este tipo en activo.

En 1930, al ser adquirido por la Naviera Mallorquina, (1930-1960) fue instalado el motor auxiliar. Durante aquella época su actividad consistía en el transporte de cítricos desde Sóller , Palma y Valencia al Sur de Francia.

A partir de los años 60 con la Naviera Matutes fue destinado a transportar material de construcción para el desarrollo turístico de Eivissa. La entrada en servicio de buques más modernos determinó después una nueva faceta operando en las Antillas para Circum Navegaciones desde 1978. Hasta que restaurado en Paraguay y el Levante español en sucesivas operaciones representaba hoy una pieza de museo viviente y un monumento a la historia de los navegantes de antaño.