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JULIO BASTIDA «En menos de quince días nosotros nos vamos de la casa y de Mallorca. Esta situación no la puedo aguantar más. Vivimos atemorizados. Mi hijo pequeño duerme en mi habitación con nosotros y yo me he comprado una pistola de pelotitas de goma de aire comprimido por si esta mujer intenta entrar en mi casa», así de claro y rotundo se mostraba Riki, un vecino de la calle Tords, en Costa de la Calma.

La historia se remonta al mes de septiembre de 1996, cuando una mujer de nacionalidad alemana y que se define asímisma como 'la astróloga de Calvià', fue detenida por la Guardia Civil por disparar un arma «para espantar espíritus».

Ingrid Naumann, en declaraciones realizadas hace casi doce años decía: «No estoy loca ni soy una bruja, como quieren creer algunos vecinos. Lo que yo hago es arte y no brujería».

Transcurridos los años, la mujer, según constan en las numerosas denuncias presentadas por los vecinos de Costa de la Calma, ha vuelto a las andadas. «Las amenazas son constantes. Nos dice que corremos peligro porque el espíritu de su marido, (ya fallecido), está con nosotros y que nos atengamos a las consecuencias. Esta mujer quiere que nos marchemos de la casa en la que vivimos en régimen de alquiler. Hace unos días nos dijo que si no abandonábamos la casa nos iban a secuestrar a mi hijo de corta edad», relata un vecino.

Los residentes de la zona tiene constancia de que la 'vidente' hace brujería y práctica técnicas de vudú.
«A veces la gente no se toma en serio nuestras denuncias pero vivir las 24 horas del día atemorizados es muy duro. Nosotros ya hemos vivido esta situación en el pasado y no queremos que se repita. Ingrid está obsesionada y dice que hay presencias extrañas. Se pone pelucas de colores, se pasea por el jardín e incluso hace conjuros y hechízos de brujería y rituales en la piscina. En cierta ocasión incluso lanzó un bote de pintura roja al agua de la piscina y varias hierbas», finaliza un vecino atemorizado que prefiere mantener su anonimato por miedo a represalias.

«Al parecer, las autoridades tienen algún que otro problema para localizar a la mujer dado que cuando los vecinos presentan las correspondientes denuncias, ella se marcha a su país natal y permanece allí hasta que las aguas se tranquilizan. Después vuelve y nos dice: «A mí la policía no me puede hacer nada. Soy una turista alemana y no me encontrarán nunca», finaliza Riki.

En el año 1996, los agentes de la Benemérita para proceder a su detención tuvieron que entrar en su vivienda, que carecía de agua y luz, y fue localizada escondida en el interior de un armario.

Los vecinos claman justicia y piden el amparo de las autoridades.