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JULIO BASTIDA

Los fines de semana para la gran mayoría de las personas es sinónimo de diversión, fiesta y entretenimiento. Para otros significa todo lo contrario: alcohol, agresividad, desfase y desenfreno. Ultima Hora les ofrece un recorrido por la realidad, la cara oculta del fin de semana. Un relato fiel a la vida misma en la que durante 48 horas hemos patrullado con la Unidad de Intervención Inmediata de la Policía Local de Palma y hemos comprobado in situ una realidad social que hasta la fecha desconocíamos o simplemente mirábamos hacía otro lado.

La UII es la unidad responsable de cubrir los códigos amarillos y rojos. En el argot policial dichos códigos son los prioritarios. De su eficacia y rapidez depende en la mayoría de las veces el éxito de su trabajo.

Es viernes por la noche. Juan Carlos, el oficial 662 de los UII, y los agentes 844 y 729, nos reciben en el cuartel de Sant Ferran. Todo está a punto. Después de explicarnos las medidas básicas de protección y seguridad comenzamos a patrullar las calles de Ciutat.

VIERNES, 00.43 HORAS Primera llamada de alarma. Se comunica por la emisora que un hombre de nacionalidad colombiana está agrediendo a su compañera sentimental en plena calle Balmes y que, además, se encuentra totalmente ebrio. En menos de un minuto y cuarenta segundos, el furgón policial llega al lugar de los hechos. La escena es lamentable. A las puertas de un locutorio, que habitualmente es un foco de conflictos, nos encontramos un hombre con signos evidentes de haber consumido grandes dosis de alcohol y a una mujer llorando. Junto a ella, otra chica y varios niños en la calle presenciando los hechos. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. La profesionalidad de los agentes no ofrece lugar a dudas. Han vivido muchas situaciones similares. El oficial se dirige a la mujer y le dice: «Tranquila señora. ¿Se encuentra bien? No se preocupe, estamos aquí y nadie le va a hacer daño». Con su linterna ilumina a la mujer para observar si tiene síntomas evidentes de la agresión. La mujer está asustada. No quiere denunciar. El hombre empieza a gritar: «Detenedme y llevadme a Colombia». Se tira al suelo y rompe a llorar. Los niños, de escasa edad, contemplan el espectáculo. Juan Carlos se dirige a nosotros y nos relata: «Esto es el pan nuestro de cada día. La mujer no quiere presentar denuncia y no hay síntomas claros de agresión. Haremos un informe y el departamento de violencia de género se pondrá en contacto con la mujer para intentar arreglar la situación. Es duro, pero es así».

VIERNES, 02.25 HORAS Nuevo aviso. En la calle Drassanes (sa Llonja), dos hombres están agrediéndose mutuamente y a los viandantes. También han efectuado destrozos en coches y restaurantes de la zona. Tiempo de reacción y llegada: 1:59 segundos. A la llegada, frente al Consolat de la Mar, localizamos a dos hombres, turistas de nacionalidad griega que se estaban agrediendo. La policía interviene y los separa. Resulta que son amigos. Ante la sorpresa de todos, uno de los sospechosos empieza a gritar: «Soy amigo de Juan Carlos I, el rey de España, soy turista». Y sin mediar más palabras se desnuda por completo. Los agentes, así como pueden, le obligan a vestirse. El tumulto de viandantes que presenciaron los hechos aumentaba por instantes. El hombre se tira al suelo y comienza a hacer flexiones. «Que malo es el alcohol», exclama uno de los profesionales. Mientras tanto, otros agentes intentaban recabar información de lo sucedido. Varios restaurantes en los que los sujetos habían ocasionado daños declinaron formular acusaciones contra ellos. Dos jóvenes que habían resultado heridos por las agresiones de los mismos también decidieron no presentar denuncias. La solución, montarlos en un taxi y enviarlos al hotel a dormir la borrachera.

VIERNES, 04.07 HORAS Situación tensa. Por la emisora se da el aviso de que en la calle Manacor, frente al Bingo Rosales, en la panadería Ca'n Lalo, una mujer se encontraba haciendo cola para comprar en el establecimiento que permanece abierto las 24 horas, cuando de repente, dos varones de etnia gitana sacaron un cuchillo de grandes dimensiones y le asestaron una puñalada en el pómulo. En ese momento, nos sorprende la actuación policial. Una patrulla se dirige al lugar de la agresión junto a una ambulancia. El resto, comienza la búsqueda. La UII se dirige hacía la rotonda de Son Banya. «Es habitual que los delincuentes se dirijan al poblado cuando han cometido un acto delictivo», comenta el oficial. Lamentablemente no hemos tenido suerte. La batida continúa y se da aviso a los demás Cuerpos de Seguridad del Estado. La mujer es trasladada a un centro hospitalario.

VIERNES, 04.15 HORAS. Entramos en Son Banya. Nuestra misión es intentar localizar un vehículo sustraído. Nuestra sorpresa es otra. A la entrada, junto a los contenedores de basura, un drogadicto da la voz de alarma: «La 'pasma' está aquí». Se apagan algunas luces. Entre algún pequeño insulto y amenazas, entramos. La situación es tensa, pero estamos tranquilos. Entre los callejones del poblado y los caminos sin asfaltar nos encontramos, en uno de los callejones de una estrechez en la que apenas pasaba el furgón policial, a tres niños de menos de ocho años jugando a la consola con la tele en el camino y tres sillas impidiendo el paso a la policía. A nuestra llegada, tranquilamente, se retiran. El pensamiento es libre, a nosotros nos parece una estrategia de distracción muy buena. Nadie se atreverá a pasar por encima de los niños. Mientras tanto, los delincuentes han tenido tiempo de huir.

VIERNES, 04.50 HORAS Llegamos al Passeig Marítim. Juan Carlos nos dice: «Se nota que hay crisis y que estamos a final de mes. Habitualmente hay colas interminables de jóvenes que esperan un taxi, y hoy es al revés, hay taxis y no clientes». El marítimo es un foco de peleas, especialmente a la salida de las discotecas. Hoy ha sido una noche tranquila y no hay que lamentar agresiones.

A las cinco y media de la madrugada cerramos el chiringuito. Mañana será otro día.

SÀBADO, 01.30 HORAS En la calle Arxiduc Lluís Salvador, junto a las vías del tren, unos 50 ecuatorianos decidieron por su cuenta y en plena calle montar una fiesta. No faltaba absolutamente de nada: alcohol, música e iluminación. Los jóvenes llegaron con sus coches y no dudaron en subirse a las farolas y enganchar sus focos. Estaban celebrando un cumpleaños y montaron su particular discoteca al aire libre. Más de 20 llamadas de los vecinos alertaron a la policía y un amplio dispositivo de agentes fueron necesarios para disuadir a los ecuatorianos, que habían consumido mucho, mucho alcohol.

SÀBADO, 02.02 HORAS Accidente en la calle Joan Miró a la altura del número 7. Un joven conductor novel se llevó por delante a otro joven que había cruzado la vía sin mirar y por un lugar inapropiado. Una ambulancia se hizo cargo de la situación. «Cada fin de semana se producen unos cuantos accidentes como éste».

SÀBADO, 02.42 HORAS La central avisa de que en las proximidades del centro comercial Carrefour Palma, un joven delincuente estaba forzando vehículos y los desvalijaba. Los UII llegan al lugar y localizan al sujeto. También acuden los GAP, que estaban próximos a la zona, y proceden a la detención. Al principio el joven decía: «Yo hoy no he sido, otro día sí, pero hoy no». Finalmente reconoció que había sido él y se procedió a su detención.

SÀBADO, 03.25 HORAS Un vehículo circula por la calle Federico García Lorca, en la zona de Joan Miró, cuando los agentes se percataron de que su conducción era muy extraña. Circulaba con las luces apagadas y muy pegado a los coches aparcados. Los agentes activan las señales luminosas y proceden a la detención del vehículo. Una vez efectuada la correspondiente prueba de alcoholemia la tasa asciende a 0'84. Se procedió a la detención.

Así llegamos al final de nuestro recorrido. Hemos patrullado más de 200 kilómetros urbanos con la policía, vivido detenciones, registros, alcoholemias, violencia de género y un sinfín de actuaciones de diversa índole. No podemos dar la espalda a los problemas de nuestra sociedad. Mientras algunos duermen o se divierten, por las calles de Palma patrulla las 24 horas del día la Unitat d'Intervenció Immediata dispuesta a velar por nuestra seguridad.