Un gran charco de sangre en el lugar donde apareció muerto el pensionista de Inca. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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Solo y enfermo, sin luz, ni agua, ni cuarto de baño. Así vivía Manuel, el pensionista que apareció muerto el jueves sobre un gran charco de sangre en Inca, tal y como adelantó ayer Ultima Hora. Sus vecinos denunciaron ayer la «lamentable situación» en la que vivía el septuagenario y que ellos califican de mobbing.

Un joven, que conocía bien a la víctima, relató que «querían echarlo de aquella casa de alquiler, porque esos terrenos tienen un gran valor para edificar. Antes del 'boom' inmobiliario este hombre vivía tranquilo pagando el alquiler de su casa, con su terreno para sembrar, baño, luz, agua... Se vendió parte del solar a una promotora y se edificó y entonces le cortaron el agua y le tiraron el baño».

El vecino añade que con su paga de pensionista Manuel no podía permitirse otro lugar donde vivir y que además no podía hacer reformas en la casa «porque estaba de alquiler». Otra joven que lo conocía muy bien es Vanesa. «Le llevaba comida muchos días, porque era una buena persona y me gustaba ayudarlo», cuenta. Para esta vecina, la situación del pensionista también era límite: «Estaba muy enfermo, padecía un cáncer de pulmón y estaba en tratamiento de quimioterapia. En las últimas semanas había empeorado mucho e incluso tuvo que dar a su perrita Linda a una vecina, porque no podía cuidarla».

El fallecido, que tenía 70 años, tenía familia, pero sus amigos contaron ayer que prefería que sus allegados no vieran en la difícil tesitura que se encontraba. El Ayuntamiento de Inca le entregó en alquiler un piso de protección oficial, pero estaba a las afueras de la ciudad y Manuel se quejaba de que le era muy complicado moverse, con lo que decidió seguir viviendo en el inmueble de la calle Joan Alcover, en la barriada de Crist Rei Nou.

«Querían meterlo en una residencia, pero él se negaba. Creo que no es muy complicado entender por qué tenían tanto interés en que desalojara aquel terreno, donde se podía edificar», apunta otro de los vecinos, que también se queja de que «asuntos sociales permitiera que alguien de esa edad, enfermo y solo, viviera de aquella manera, pasando un frío mortal y sin recursos».

«Había trabajado de marinero y ahora estaba jubilado. Yo hacía dos años que le cuidaba, llevándole comida. Estaba siempre en aquella casa y por las tardes sus amigos iban a visitarle. No es cierto que la vivienda estuviera llena de basura, vivía con dignidad», agregó Vanesa.

Hace un tiempo, a las cuatro de la madrugada, Manuel la despertó pidiendo ayuda: «Estoy muy mal, llama por favor a una ambulancia», le pidió. Ya estaba muy enfermo, el cáncer le comía desde dentro. Vanesa recuerda que el fallecido era, a pesar de su edad, un hombre valiente: «Un día unos niñatos empezaron a arrancar unas flores de un piso y él les llamó la atención. Les dijo: «¿Qué daño os hacen las macetas?». Los chavales se rieron de él y le insultaron, aunque no le agredieron. No había constancia entre los vecinos de que Manuel fuera hostigado por jóvenes que acostumbraban a acosar a los 'sin techo'.

Ayer se le practicó la autopsia al pensionista y se descartó que hubiera sido golpeado. La hemorragia que sufrió se produjo, en principio, como consecuencia de su enfermedad y todo indica que se sintió mal en la casa, salió para pedir ayuda y se desplomó sobre la calzada, sobre un gran charco de sangre. Murió solo, en una mañana fría y lluviosa. Para el resto era el Dijous Bo; para él era su último día.