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JAVIER JIMÉNEZ Un catamarán con capacidad para 137 turistas, y valorado en más de un millón de euros, quedó destruido ayer al estrellarse contra las rocas en Santa Ponça. La embarcación estaba amarrada en Cala Fornells, pero el intenso temporal provocó que se soltara y que quedara a la deriva.

A las ocho de la mañana de ayer los equipos de emergencia fueron informados de que el catamarán Cormorán Vent se había estrellado contra las rocas en la Costa de la Calma. La Policía Local y la Guardia Civil, así como Salvamento Marítimo, se desplazaron hasta la playa de Santa Ponça y comprobaron que en el interior de la nave no había nadie. La quilla estaba destrozada y la embarcación, de 24 metros de eslora por 12 de manga, había quedado encallada sobre las rocas.

El dueño de la nave se encontraba fuera de la Isla y sus hijos, así como el socio, fueron alertados de lo que había ocurrido. Se averiguó que Cormorán Vent llevaba dos meses fondeado en Cala Fornells y todo indica que en la noche del lunes al martes el fuerte oleaje rompió los amarres.

De cualquier manera, la Guardia Civil ha abierto una investigación para aclarar las circunstancias del accidente y confirmar que, en efecto, se trató del temporal. Anoche estaba previsto también que una patrulla controlara la nave, para evitar que ladrones pudieran desvalijarla.

Salvamento Marítimo, por su parte, vigiló que ninguno de los dos depósitos del catamarán vertiera combustible al mar. En uno de ellos quedaban unos 250 litros. El barco fue construido en el año 2000 y cuando fue botado era uno de los de mayor tamaño que realizaba viajes turísticos por aguas de Calvià.