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JULIO BASTIDA «Vivo completamente atemorizada. Las ventanas y puertas de mi ático permanecen cerradas a cal y canto durante todo el día por miedo a los ataques de los halcones. Desde que fui víctima de dos ataques por parte de estos animales tengo miedo de salir a la calle», así relata María la pesadilla con la que tiene que convivir cada día.

Los hechos se remontan al pasado domingo por la noche, cuando María Àngeles, una vecina de la calle Joan Miró, junto al centro comercial de Portopí se encontraba paseando a Flika, una perrita de raza salchicha de tan sólo cuatro meses.

«Nos encontrábamos a la altura del centro de meteorología cuando observé cómo un halcón se abalanzaba sobre nosotros. Fueron momentos de pánico. Yo me tiré al suelo para proteger a Flika, la cogí y emprendimos a correr. El peligroso halcón no cesaba en su empeño y nos perseguía. Al final conseguimos cruzar la calle y refugiarnos. El problema es que al día siguiente, junto a una amiga, volvimos a la zona y sucedió exactamente lo mismo. Mi amiga se enfrentó al animal y forcejeó con él para evitar que hiciese daño a nuestros perros. Desde ese día no he vuelto a salir a la calle. He presentado una denuncia ante el juzgado de guardia y sólo espero que las autoridades tomen cartas en el asunto», concluye.

El caso está en manos de los abogados y no se descarta que el número de denuncias vaya en aumento. Los servicios jurídicos entienden que los animales peligrosos no pueden estar en zonas frecuentadas por personas.