A las once de la mañana de ayer, en la sede musulmana de la calle Can Faixina número 32, la jefa de Seguridad Ciudanana de Cort, Pepa Peláez, compareció junto al líder musulmán Francisco Javier Jiménez (los dos en el centro) y otros dos activistas de la comunidad.

A las once de la mañana de ayer, en la sede musulmana de la calle Can Faixina número 32, la jefa de Seguridad Ciudanana de Cort, Pepa Peláez, compareció junto al líder musulmán Francisco Javier Jiménez (los dos en el centro) y otros dos activistas de la comunidad.

17/07/09 0:00
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JAVIER JIMÉNEZ-LAURA MOYÀ Aplacar los ánimos. A toda costa. Esa es la consigna que desde Cort se esgrimió para evitar un grave conflicto religioso en el caso del choque entre policías locales y musulmanes en la mezquita de Pere Garau. Ayer, en un gesto sin precedentes, la jefa de Seguridad Ciudadana, Pepa Peláez, compareció junto a los líderes de la Lliga Musulmana en la sede de aquéllos y anunció que «investigaremos si la actuación de los agentes fue correcta».

A las once de la mañana, Pepa Peláez y Francisco Javier Jiménez, líder árabe que se ha convertido al Islam, acompañados de otros miembros de la asociación de musulmanes, comparecieron ante los medios de comunicación en la sede de Can Faixina número 32, muy cerca de la mezquita donde el martes ocurrieron los hechos. La inclusión de Peláez ya era de por sí toda una declaración de intenciones: «Hay dos versiones que no coinciden, la de los musulmanes denunciantes y la de los policías que actuaron. Así que desde el Ajuntament se ha abierto una investigación para aclarar todo lo que ha pasado». Jiménez, por su parte, fue menos conciliador y denunció que el comportamiento de algunos agentes de la Policía Local «fue lamentable» y advirtió que la indignación en la comunidad musulmana «es más que palpable». Para Jiménez, ahora llamado Uzman, «demasiado hemos aguantado ya».

Desde el cuartel de San Fernando, sin embargo, se sostiene de forma oficiosa que la actuación de los GAP (Grup d'Acció Preventiva) estuvo ajustada a la legalidad y que los agentes pretendían entrar en la mezquita Abderraman porque perseguían a dos fugitivos y que se encontraron con una multitud que les cerraba el paso y también les agredía. Para los musulmanes, las detenciones fueron ilegales y la contundencia empleada «bestial».