Durante la madrugada de ayer fue completada la instalación de unos enormes tubos que recubren más de 90 metros de los 622 metros de profundidad del ducto, cuya perforación tardó 33 días y por la cual volverán a ver la luz los mineros, que llevan casi 70 días sobreviviendo entre rocas y tierra. Se trata de una medida de seguridad que busca evitar una desgracia en la última etapa de la operación, en la que el mismo presidente Sebastián Piñera se ha involucrado personalmente. También el mandatario de Bolivia, Evo Morales, espera asistir a la culminación de las tareas para sacar a los operarios, entre ellos uno boliviano.
Ansiedad
A medida que se acerca el día del rescate, que según autoridades podría iniciarse mañana y durar dos días, crece la ansiedad y el cansancio entre las familias y la expectativa de cientos de periodistas locales e internacionales que cubren esta cautivante historia de supervivencia.
Mientras esperaba en línea para recibir una de las raciones de comida que el Gobierno distribuye entre los más de 1.500 habitantes del Campamento Esperanza, que rodea la mina y está copado por los móviles de la prensa, Alicia Campos hacía gestos de dolor. «Estoy muy cansada, fueron demasiados días, muchos días de estar haciendo nada, sólo esperando, ahí sentada», dijo Alicia, la madre del minero Daniel Herrera, y quien será una de las que lo estará esperando cuando sea finalmente rescatado.
Ella asegura que no quiere que su hijo vuelva a pisar una mina. «Pero no sé qué va a hacer él», agregó, mientras tomaba su largo cabello negro y se acomodaba el abrigado sweater que usa para protegerse del frío nocturno del desierto de Atacama, uno de los más áridos del planeta. Ayer, el equipo de socorristas que busca sacar a los mineros realizó una prueba con la cápsula que los subirá hasta la superficie. Por tanto se espera comenzar con el rescate de los operarios a partir de las 00.00 hora local de mañana.
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