TW
12

Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil centran sus esfuerzos en tratar de averiguar la procedencia de la pistola utilizada en la muerte del matrimonio de Calvià.

El arma utilizada es una pistola bastante antigua y de la que los familiares de los fallecidos desconocían su procedencia.

La Benemérita ha concluido que la muerte de María Jesús Rufas Gravisado, de 74 años de edad en manos de su marido de 86 años fue un caso de violencia de género sin ningún lugar a dudas.

Dichas afirmaciones se desprenden tras realizar la Guardia Civil una exhaustiva investigación de los hechos y comprobar que en el interior de la vivienda había signos evidentes de resistencia. Es decir, que la mujer trató de evitar que su marido acabase con su vida. Este punto despeja las dudas sobre la hipótesis de que se tratara de un suicidio pactado del matrimonio.

Confirmación

Por consiguiente, se confirma oficialmente que Bartolomé Verger Cabrer, mató de un disparo en la nuca a su esposa, después hizo lo propio con el perro de la familia y, finalmente se quitó la vida con un certero tiro a la altura de la sien. Ambos aparecieron, sobre las doce del mediodía del sábado, en los sofás de su vivienda, sita en el número 9 de la calle Chinchilla de Calvià, muy cerca del Ayuntamiento y a pocos metros del conocido restaurante Ca na Cucó.

Cuando los agentes de la Guardia Civil entraron en la casa del presunto homicida tenía la pistola en una de sus manos. La mujer estaba cubierta de sangre, y la Benemérita piensa que fue disparada a corta distancia.

El presunto asesino no había sido nunca denunciado por malos tratos, aunque algunos de los vecinos de la zona afirman que las discusiones entre la pareja eran constantes.

«Eran muy raros. No salían nunca y siempre estaban discutiendo porque ella se olvidaba de las cosas. ¿Pero quién no se olvida alguna vez de las cosas? Eso no es motivo para que te peguen un tiro», añade uno de los vecinos del matrimonio fallecido. La noticia ha tenido una gran repercusión en la zona. Los antiguos compañeros de trabajo de Bartolomé Verger lo recuerdan como un «tipo muy extraño».

«El año 1959 inauguramos el hotel Fennix. Nosotros le conocíamos como 'Tomeu el Calvo'. Era un excelente cocinero, responsable y serio, pero raro, raro, raro», afirma uno de los trabajadores que coincidió con el presunto asesino.

«Hace unos tres meses el jefe de cocina fue a visitarlo a su chalet, pero a Tomeu no le gustó la visita y fue muy brusco. Desde aquel día no volvió nunca más», concluye otro ex compañero de trabajo.