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El capitán del crucero Costa Concordia, Francesco Schettino, permaneció sobre una escollera de la isla italiana de Giglio mirando como se hundía la embarcación que había abandonado antes de que concluyera la evacuación. Esto es lo que concluye la jueza instructora Valeria Montesarchio en la orden que dictó en la tarde de ayer el arresto domiciliario del capitán. Schettino dijo que «no quería huir, me caí en una barca de salvamento» y añadió que «he intentado salvar a todos, ni siquiera me he puesto el chaleco salvavidas porque servía a otras personas».

Una conclusión basada en los testimonios que han sido recogidos en el marco de la investigación en curso por el accidente marítimo y en la que considera, asimismo, que existen «graves indicios» de los tres delitos de los que la Fiscalía acusa a Schettino, el de abandono de la nave, homicidio culposo múltiple y naufragio.

Al menos 11 personas han muerto y otras 22 siguen desaparecidas tras el naufragio del crucero, ocurrido en la noche del pasado viernes y en el que viajaban más de 4.000 personas.

Sin embargo, en la orden la jueza establece que no hay indicios sobre un intento de fuga ni de contaminación de pruebas por parte del capitán, como sostienen los fiscales, y por ello dicta el arresto domiciliario y desestima la petición del fiscal Francesco Verusio, que pedía prisión cautelar.

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La magistrada cree que «de todas las investigaciones realizadas tras el accidente marítimo resulta la conducta culposa atribuida al comandante, quien mediante una maniobra gravemente imprudente acercó la nave excesivamente a la costa de la isla del Giglio, con un cambio de la ruta ordinaria» prevista.

A este respecto, señala que el capitán admitió durante el interrogatorio al que se sometió ayer en la sede del Tribunal de Grosseto, «el acercamiento (de la nave) a 0,28 millas de distancia de la costa. Es evidente e indiscutible la grave evidencia e incompetencia que ha conllevado la conducta del capitán» señala el documento emitido por la jueza, que agrega que existió una «infravaloración» de la magnitud del daño que había sufrido el barco tras colisionar con la formación rocosa.

Montesarchio señala que el capitán «no pudo no darse cuenta de la importancia del daño» y hace hincapié en que se tardó entre 30 y 40 minutos en dar la señal de alarma, sin que antes se hubiera advertido a las autoridades costeras para dar a entender la gravedad de la situación.

Sobre el abandono de la nave por parte de Schettino, un aspecto que ha levantado la polémica en Italia, la jueza indica que el capitán dejó el buque cuando a bordo del mismo permanecían «al menos un centenar de personas».
La jueza explica además que Schettino testimonió que el abandono del barco no fue «voluntario», sino que, por las condiciones en las que se encontraba, era «necesario», aunque la juez destaca cómo otros oficiales sí permanecieron a bordo de la nave para coordinar los trabajos de evacuación.