Ayer se practicó la autopsia a los cadáveres de Sylvia Llompart Cervantes, de 48 años, y a su novio Carlos De Andrés De Miguel, de 46. La mujer fue localizada en el baño de la casa, con heridas incisas y cerca de ella la espita del gas abierta. Su compañero se había ahorcado en un árbol.
Alarma
La voz de alarma la dio la madre de Sylvia, que vive en Palma, y que hacía tres días que no tenía noticias de ella. La Policía Local acudió varios días a la vivienda, pero la encontró cerrada. El Peugeot de la pareja estaba en el garaje y no se veía desde la calle, así que se pensó que se habían marchado.
Él atravesaba por un mal momento, ya que había sido despedido en verano de su trabajo como comercial en una conocida marca de golosinas. Le dieron una elevada indemnización, pero Carlos De Andrés no volvió a encontrar trabajo. Su mujer tampoco trabajaba y tenía problemas. Cuando el jueves la Policía y la Guardia Civil entraron en la casa se encontraron los dos cuerpos con signos de rigor mortis , ya que llevaban varios días inertes. Junto a ellos estaba su perrita, Pichi.
Sylvia quedó viuda con 21 años y tenía dos hijos de su anterior matrimonio. Según contaron ayer algunos amigos de la pareja, conoció a Carlos en el «poblado Butano» de Alcúdia, donde veraneaban. Él había estudiado en el colegio La Salle de Palma, donde era muy popular.
Valencia
Hace poco más de diez años, la pareja decidió trasladarse a vivir a Valencia y se instalaron en un chalet de la Cañada de la Diega, en la urbanización de La Balsilla de Vilamarxant, a unos 40 kilómetros de la capital valenciana.
Ayer, la trágica muerte de los dos mallorquines fue muy comentada en Palma y Alcúdia, donde las dos familias son muy conocidas. Algunos de los allegados a la pareja conocían la complicada situación de Sylvia y Carlos, pero nadie esperaba un desenlace tan dramático.
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